Manuel Rocha: El exembajador estadounidense que puso en el mapa a Evo Morales, detenido en Miami por espiar para Cuba

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Las elecciones bolivianas de 2002, hace 21 años, acapararon una atención que probablemente no será superada por otros comicios en el país. En ellas, neoliberal Gonzalo Sánchez de Lozada ganó por estrecho margen a sus competidores -entre los que se encontraba un joven líder cocalero llamado Evo Morales- con el apoyo de la empresa estadounidense de consultoría política Greenberg Carville Shrum y una declaración del entonces embajador de Estados Unidos en Bolivia, Manuel Rocha, que terminó alterando las intenciones de voto. Esas elecciones fueron relatadas en el documental estadounidense Nuestra marca es la crisis (David Gordon Green, 2005), que seguía a los asesores de campaña de Sánchez de Lozada, y que se adaptó después a la ficción en una película del mismo nombre producida por George Clooney y protagonizada por Sandra Bullock.

Ahora, la historia ha sufrido un giro inesperado. El lunes, el FBI, la Oficina Federal de Investigaciones de EE UU, detuvo en Miami al exembajador Rocha, acusado de “trabajar para promover los intereses cubanos”, según informó la agencia de noticias Associated Press. Rocha, de 73 años y embajador estadounidense en Bolivia entre 2000 y 2003, ya no era funcionario del Departamento de Estado y se desempeñaba como asesor de una empresa internacional de lobby y comunicación.

La Bolivia en la que fue embajador decidía entonces entre continuar con el modelo neoliberal, votando por Sánchez de Lozada, o intentar un cambio moderado, representado por el entonces alcalde de Cochabamba, Manfred Reyes Villa, que era el claro favorito para ganar. Entre ambos se levantaba Evo Morales, que con sus propuestas de cambio radical subía en las encuestas. Morales, que terminó ganando la presidencia en 2006 y ejerciendo el cargo por 13 años, era entonces un líder sindical de los plantadores coca del centro del país que lideraba protestas y cortes de ruta. Poco antes de la votación, el embajador Rocha declaró a la prensa que si el electorado boliviano elegía “a los que quieren que Bolivia vuelva a ser un exportador de cocaína, ese resultado pondrá en peligro el futuro de la ayuda de Estados Unidos”. Se trataba de una alusión directa, que tuvo el resultado contrario: tras las palabras del embajador, la población se volcó aún más hacia Morales, que consiguió el segundo lugar y, en su ascenso, restó suficientes “votos por el cambio” a Reyes Villa como para impedir la anunciada victoria de este. Una encuesta poselectoral determinó que el 14% de los que votaron a Morales en esas elecciones lo hizo en rechazo a la declaración de Rocha. Sánchez de Lozada consiguió la presidencia con el 22,4%, Morales fue segundo con el 20,94%, y Reyes Villa, que se desinfló frente al líder sindical, quedó tercero con el 20,91%.

El empresario Gustavo Cisneros junto a Manuel Rocha, durante una conferencia en Florida (EE UU), en septiembre de 2005. J. PAT CARTER (AP)

La intervención del embajador alimentó numerosas teorías de la conspiración. Estas apuntaban a que Estados Unidos había decidido darle un impulso a Sánchez de Lozada, que supuestamente defendía sus intereses mejor que los demás, aunque Reyes Villa también tenía una buena relación con Washington. Así, el “patriarca del neoliberalismo” se convirtió por segunda vez en presidente de Bolivia, tras serlo entre 1993 y 1997, solo para terminar derrocado dos años después por la misma crisis que la empresa Greenberg había convertido en su marca electoral. Después de eso, Morales declaró varias veces, de manera irónica, que Rocha había sido su “jefe de campaña”. Al mismo tiempo, durante sus tres presidencias antagonizó abiertamente con Estados Unidos, país con el que, hasta ahora, Bolivia no tiene relaciones en el nivel de embajadores.

La última noticia sobre la investigación que las autoridades estadounidenses realizan sobre Rocha como supuesto agente cubano ha puesto a funcionar la maquinaria conspirativa de nuevo, y en todas las direcciones. Ahora varios suponen que lo que Rocha quería hacer en 2002, con esa declaración, era apoyar a Morales, que entonces era “el candidato de Cuba”. Es decir, piensan que el entonces embajador fue en efecto el “jefe de campaña” del líder izquierdista. Otros creen que lo sucedido convalida la teoría de Sánchez de Lozada de que fue echado del cargo por una confabulación de potencias extranjeras. “Goni Sánchez de Lozada siempre tuvo razón: no eran movimientos sociales, ni pueblo ni nada por el estilo, eran grupos organizados que lograron derrocarlo buscando el sometimiento de Bolivia a intereses extranjeros”, posteó en X el economista Gabriel Espinoza, uno de los voceros de la oposición.

Hasta donde se sabe, la detención de Rocha no se debe a supuestos crímenes cometidos en el pasado, sino a su actual trabajo como lobbista. Los medios estadounidenses que han cubierto la noticia advierten de que se ha elevado el nivel de control y represión de las actividades de promoción y cabildeo a favor de otros países, cuando estas no son informadas anticipadamente a las autoridades.

Manuel Rocha nació en Colombia, pero se crio en Estados Unidos, donde, pese a su origen humilde, logró estudiar y realizó una brillante carrera diplomática, que lo llevó a ser embajador en Argentina, entre 1997 y 2000, y en Bolivia, entre 2000 y 2003. Previamente, trabajó como segundo en la Oficina de Intereses de Estados Unidos en Cuba. Después de 25 años en la diplomacia, se dedicó a diversas actividades privadas.

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