La imigración irregular ha tensado las relaciones entre Olaf Scholz y Giorgia Meloni desde que esta llegó al poder en el otoño de 2022, pero ahora es el terreno común en el que ambos mandatarios encuentran una vía de acercamiento. El canciller alemán y la primera ministra italiana mostraron este miércoles en Berlín su disposición al diálogo y coincidieron en que es necesario reducir los flujos migratorios a la Unión Europea.
Aunque Alemania sigue sin aceptar voluntariamente a los refugiados procedentes de Italia, e Italia tampoco acepta de vuelta a los que Berlín le quiere enviar por haber entrado a la UE por su territorio, los dos mandatarios quisieron mostrar ese acercamiento en una rueda de prensa conjunta después de firmar un acuerdo, al que han llamado “plan de acción”. El documento estrecha la cooperación entre ambos países en todo tipo de materias, desde la energía —con un proyecto para construir un gasoducto que transportará gas e hidrógeno entre ambos países— hasta la Defensa, pasando por el aumento de la competitividad y cuestiones medioambientales.
La primera y tercera economías de la UE están encabezadas por dos líderes con dos visiones muy distintas. Scholz, socialdemócrata, tiene a priori poco que ver con Meloni, la primera dirigente de un partido posfascista en Italia desde la Segunda Guerra Mundial. Pero ambos han hecho un esfuerzo por acercar posturas y por cultivar la imagen de que son dos socios que se respetan y se necesitan. Ambos tienen mucho que ganar.
Meloni fue elegida tras centrar su campaña electoral en los problemas migratorios. Italia está en primera línea de la migración irregular procedente de África, pero muchas de esas personas llegan a las costas europeas con la intención de seguir el viaje hacia Alemania u otros países del centro o el norte para solicitar allí asilo. Mientras Meloni, que en otro tiempo criticó con fiereza a la UE y a Berlín, moderó su discurso en el encuentro con Scholz, también el canciller evitó cualquier crítica a su invitada.
Berlín, como el resto de capitales europeas, considera ahora a Meloni una socia confiable y una estadista pragmática, que en buena medida ha cedido el papel de agitadora de la política de asilo a su socio de coalición Matteo Salvini y que ha templado mucho el lenguaje sobre la cuestión de los refugiados.
Al mismo tiempo, el alemán ha endurecido el tono en las últimas semanas. “Tenemos que empezar a deportar a gran escala”, anunció el mes pasado en una entrevista. Poco después expresó incluso su disposición a estudiar el plan de Meloni de crear centros de acogida de inmigrantes en Albania. Era su forma de posicionarse en el debate, muy controvertido en Alemania y en realidad con pocos visos de materializarse, sobre si los procedimientos de asilo pueden realizarse fuera de la UE.
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Pese a que la inmigración es la cuestión más polarizante en ambos países, apenas se menciona de pasada en el plan de acción de 31 páginas que firmaron ambos mandatarios, que se remitieron al reciente pacto europeo. El mes pasado los Veintisiete lograron desbloquear el pacto migratorio en la UE con un endurecimiento en las condiciones del asilo y la imposición de fuertes multas a los países que rechacen aceptar las cuotas de migrantes que les corresponden en el reparto. Pero sigue habiendo grandes diferencias. Berlín y Roma han chocado recientemente a cuenta de la financiación alemana de las ONG que rescatan inmigrantes en el Mediterráneo y que los trasladan a puertos seguros en Italia.
El encuentro entre Scholz y Meloni se enmarca en las primeras consultas intergubernamentales entre los dos países desde 2016, que se han cerrado con la firma de un “plan de acción” que, según algunos analistas, marca diferencias con la relación que ha establecido Alemania con otros socios, como Francia, con quien ha firmado ya varios tratados en ocasiones similares. “Ha llegado el momento de elevar las relaciones políticas entre Alemania e Italia al nivel de su cooperación económica. Un tratado de Bellevue [la residencia oficial del presidente de la República Federal de Alemania] habría sido más apropiado que un simple plan de acción”, asegura por ejemplo el semanario alemán Der Spiegel. Pese a los años transcurridos desde las últimas consultas, ambos líderes se han visitado en persona recientemente. Scholz recibió a Meloni en Berlín por primera vez en febrero y en junio fue él quien viajó a Roma.
Reunión del G-20 con participación de Putin
Estando en la capital alemana, los mandatarios participaron, por separado, en la videoconferencia de los jefes de Estado y de Gobierno del G-20, donde afirmaron su voluntad de “seguir trabajando por una paz justa y duradera en Ucrania basada en los principios de la Carta de Naciones Unidas”, subrayó Scholz.
Meloni confirmó que el presidente ruso, Vladímir Putin, participó en el encuentro por primera vez desde el inicio de la invasión de Ucrania. Según explicó durante la rueda de prensa, tanto Scholz como ella reafirmaron su postura y le señalaron que la vía más fácil para conducir a la paz sería “retirar sus tropas de Ucrania” y restablecer la integridad territorial del país. “He pedido al presidente Putin que ponga fin a su ataque contra Ucrania y retire las tropas del territorio de Ucrania para que esta guerra pueda por fin llegar a su fin”, aseguró el canciller.
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