Tambores de guerra de Rishi Sunak en pleno año electoral en el Reino Unido | Internacional

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No parece casualidad. 2024, el año en que el Gobierno conservador del Reino Unido se enfrenta a las urnas con un pronóstico sombrío —todas las encuestas señalan una ventaja de al menos 18 puntos porcentuales para la oposición laborista―, es el elegido para mostrar músculo militar. “La era en la que pudimos recolectar los dividendos de la paz ha concluido. En los próximos cinco años nos enfrentamos a escenarios múltiples de conflicto bélico, contra Rusia, China, Irak o Corea del Norte”, ha asegurado este lunes el ministro británico de Defensa, Grant Shapps, en su primer discurso con contenido desde que fue nombrado por el primer ministro Rishi Sunak a finales de agosto. Los dividendos de la paz, ha explicado Shapps, fueron el resultado del fin de la Guerra Fría durante el mandato de Margaret Thatcher. Años sin enemigos claros en los que el dinero público pudo destinarse a educación y sanidad antes que a tanques o cazas de combate.

En los últimos meses de Boris Johnson como primer ministro, cuando su reputación rozaba ya el suelo por el escándalo del partygate —las fiestas prohibidas en Downing Street durante el confinamiento por la pandemia—, los tambores de guerra acudieron a su rescate. El apoyo incondicional a Ucrania, y a su presidente, Volodímir Zelenski, restableció brevemente la popularidad de Johnson. La idea de que el Reino Unido seguía siendo un país cuyo peso militar es determinante ante cualquier conflicto internacional —el Rule Britannia tan dulce a los oídos de aquellos que respaldaron el Brexit— ha sido la tabla de salvación de un Partido Conservador en busca de su lugar en el mundo después de soltar amarras con la Unión Europea.

Y Sunak también ha escogido esa baza. En 24 horas, viajaba por sorpresa a Kiev para reunirse con Zelenski y reafirmar su compromiso con la causa ucrania, con el anuncio de 2.900 millones de euros extra en ayudas militares. Al mismo tiempo, se anunciaba el ataque conjunto de fuerzas estadounidenses y británicas a instalaciones de los rebeldes hutíes en Yemen, por sus continuos ataques de las últimas semanas a embarcaciones mercantiles y militares que atraviesan la ruta del Mar Rojo.

“En tiempos de peligro, vamos a invertir en fortalecer la defensa de nuestras infraestructuras críticas, vamos a seguir construyendo alianzas y vamos a ser firmes en la defensa de nuestros principios: la seguridad internacional, el imperio de la ley y la libertad para decidir nuestro propio futuro. Cualquier ataque contra estos principios será un ataque contra todo aquello en lo que creemos, de lo que dependen tanto nuestro bienestar como nuestras vidas”, ha asegurado Sunak este lunes en sede parlamentaria.

Consciente de que cualquier intervención militar de la que no se saben muy bien sus siguientes pasos —por ejemplo, Irak en 2003 o Siria en 2013— puede ser un avispero político, Sunak mostraba respeto al Parlamento y la oposición —los laboristas han respaldado la intervención en Yemen— y evitaba una retórica agresiva. Eso lo había dejado en manos de su ministro de Defensa, que horas antes no había dudado en calificar a las fuerzas de izquierda de pusilánimes ante las amenazas actuales del mundo.

“Este es el momento de decidir nuestra política de defensa. La elección es dura. Algunos, especialmente en la izquierda, tienen la tentación de infravalorar siempre a nuestro país. Creen que el Reino Unido ya no tiene la fuerza para influir en los acontecimientos mundiales, de que deberíamos replegarnos e ignorar lo que ocurra más allá de nuestras orillas”, ha acusado Shapps en su discurso.

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“Nos encontramos en los albores de una nueva era en la que estamos transitando de un mundo posbélico a otro prebélico. Viejos enemigos han resucitado, y nuevos enemigos están cobrando forma. Las bases sobre las que se asentaba el viejo orden mundial han sido profundamente agitadas”, anunciaba Shapps, sin anticipar incremento alguno de gasto en el presupuesto de Defensa más allá de lo que el Gobierno británico ya había anunciado.

El Reino Unido destina más de 58.000 millones anuales al gasto militar, aproximadamente un 2% de su presupuesto. Ha anunciado recientemente nuevas partidas presupuestarias para modernizar su arsenal nuclear y para reabastecerse de municiones y armamento, después de un año de continuo suministro de material a Ucrania. Shapps ha reclamado a los miembro de la OTAN que aún no lo han hecho que cumplan con el compromiso de destinar el 2% a defensa. Downing Street ha reafirmado su voluntad de alcanzar el 2,5% cuando las cuentas se lo permitan.

El ministro de Defensa ha anunciado también la decisión del Reino Unido de enviar a más de 20.000 miembros de sus fuerzas armadas a las maniobras militares conjuntas Exercise Steadfast Defender (Ejercicios para la Defensa Firme) que ha organizado la OTAN en la primera mitad de 2024, con la participación de sus 31 países socios junto a Suecia.

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