Crece la presión diplomática para introducir ayuda humanitaria en Gaza | Internacional

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A ambos lados de Rafah, el inactivo paso fronterizo entre Gaza y Egipto, se acumula gente a la espera de una palabra: adelante. En el gazatí aguardan decenas de palestinos con doble nacionalidad, que se han plantado este lunes frente a la terminal con la esperanza de ser finalmente evacuados por sus países tras varios días con las maletas preparadas. En el egipcio, decenas de camiones permanecen aparcados con ayuda humanitaria, enviada por países como Jordania o Turquía, a unos 40 kilómetros de la terminal, en la ciudad de El Arish. Su entrada se negocia contra reloj en los despachos, posiblemente vinculada a la suerte de los casi 200 rehenes israelíes en manos de las milicias palestinas.

Mientras, en Gaza se acaban hasta las bolsas para transportar cadáveres, tras 10 días de intensos bombardeos que han causado más de 2.800 muertos, según ha denunciado el máximo responsable de la agencia de Naciones Unidas para los refugiados palestinos (UNRWA), Philippe Lazzarini.

Aunque Israel no controla Rafah, todo acuerdo necesita su luz verde. Por eso, el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, se ha reunido este lunes en Jerusalén con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, tras pasar por Egipto. El domingo, antes de subirse al avión en El Cairo, Blinken adelantó a los periodistas que Rafah “se abrirá”, pero este lunes seguía cerrado, con el agua, la electricidad y el combustible agotándose en una Franja con la mitad de la población desplazada. A las puertas, un despliegue militar sin precedentes esperaba la señal de aviso para iniciar una invasión terrestre.

“Naciones Unidas tiene stocks disponibles de comida, agua, suministros médicos y combustible en Egipto, Jordania, Cisjordania e Israel. Se pueden expedir en unas horas. Para asegurar la entrega, nuestro personal tiene que poder llevar esos suministros a y a través de Gaza de forma segura y sin impedimentos”, ha subrayado el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres.

También se desplaza hacia la zona el coordinador de ayuda de emergencia de Naciones Unidas, Martin Griffiths, quien ha dado cuenta de “conversaciones serias” con Israel, Egipto y otras partes para introducir ayuda en Gaza. “Voy a la zona para tratar de ayudar en las negociaciones, ser testigo y expresar mi solidaridad con la extraordinaria valentía de muchos miles de trabajadores humanitarios que mantienen el tipo y están todavía allí ayudando a la gente en Gaza y Cisjordania”, ha señalado.

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Negociaciones encalladas

Pese a la urgencia de la situación, las negociaciones siguen encalladas, con una sucesión de informaciones contradictorias, desmentidos y señalamientos de unos a otros. Egipto, cuya principal preocupación es evitar una oleada de refugiados huyendo de los bombardeos, apunta a Israel y se declara “plenamente preparado” para que fluya la ayuda y salgan los afortunados con pasaporte extranjero. “Hasta ahora, desgraciadamente, el Gobierno israelí no ha adoptado una posición que permita la apertura del cruce fronterizo desde la parte de Gaza para permitir la entrada de ayuda o la salida de ciudadanos de terceros países”, ha indicado en una rueda de prensa su ministro de Exteriores, Sameh Shukry. “Esperamos que se produzcan avances […] pero desafortunadamente no hay nada nuevo hasta ahora. Es muy grave esto”.

Embarcado en una guerra total para acabar con Hamás, Israel no quiere que una sola gota de combustible pueda acabar en manos del movimiento armado islamista. “Israel no ha acordado proveer ayuda humanitaria a Hamás. Estamos en guerra y continuaremos con toda la fuerza hasta la victoria”, ha aclarado la oficina de Netanyahu, tras el encuentro con Blinken, informa el diario Haaretz.

El director de la oficina de relaciones con los palestinos en el exterior de Hamás, Jaled Meshaal, aseguró este lunes que su organización quiere la liberación de 6.000 prisioneros palestinos, hombres y mujeres, hoy en cárceles israelíes, a cambio de los rehenes israelíes en su poder.

Se multiplican las señales de que la entrada de ayuda humanitaria para los civiles depende de la suerte de los 199 rehenes que Hamás y la Yihad Islámica tomaron en su ataque masivo del sábado 7, según la nueva cifra difundida este lunes por las autoridades israelíes. Blinken ha pedido tanto “facilitar la llegada de ayuda humanitaria a los civiles” como una “rápida y segura liberación” de los rehenes. “¿Ayuda humanitaria a Gaza? No funcionará un solo enchufe eléctrico, ni se abrirá un grifo de agua, ni entrará un camión con combustible hasta que los secuestrados israelíes sean devueltos a casa”, dijo ya el pasado viernes el ministro de Energía, Israel Katz. El titular de Cultura, Miki Zohar, también se opone: “Quienes masacraron niños, violaron mujeres y secuestraron niños no merecen piedad alguna”.

Qatar está mediando para sellar un pacto por el que las milicias palestinas liberen a los secuestrados a cambio de la entrada de medicamentos y otros bienes a Gaza, según el diario libanés Al Ajbar. Hamás ha pedido dos listas ―una de soldados y otra de civiles― y asegura desconocer dónde están todos los cautivos, porque solo retiene a una parte y la situación es caótica, según el rotativo. Tras el ataque del sábado, la Yihad Islámica reivindicó tener escondidos en Gaza a una treintena de ellos, pero fuentes de seguridad israelíes creen que hay además una parte en manos de personas sin vinculación con ambas organizaciones armadas.

El periódico israelí Yediot Aharonot apunta este lunes a dos posibles pactos: uno pequeño, de entrada de medicamentos a cambio de una breve suspensión de los bombardeos o de un corredor humanitario; o uno más amplio, que consistiría en intercambiar niños, mujeres y ancianos secuestrados en Gaza por la excarcelación de mujeres y ancianos palestinos. Israel, que en el pasado pagó elevados precios por recuperar rehenes o sus cadáveres, insiste públicamente en que, en esta ocasión, no negociará bajo ningún concepto porque su único objetivo es acabar de raíz con las estructuras tanto de gobierno como militares de Hamás, al mando de Gaza desde 2007.

Aunque el lanzamiento de cohetes contra Israel desde Gaza se ha reducido notablemente en los últimos días y se centra en las localidades más cercanas, el brazo armado de Hamás, las Brigadas de Ezedin Al Qasam, ha reivindicado este lunes el lanzamiento, “en respuesta a los bombardeos contra civiles”, de una “descarga de proyectiles” contra las dos principales ciudades, Tel Aviv y Jerusalén, y el principal aeropuerto, Ben Gurion, que no ha sido alcanzado. En Jerusalén, el sonido de la sirena de alerta ha obligado a detener la sesión de la Knesset (Parlamento israelí) y llevar a un lugar seguro a Netanyahu.

El ejército israelí ha difundido este lunes dos datos sobre el ataque del sábado 7, la jornada más letal en sus 75 años de historia. De los alrededor de 1.400 muertos (principalmente civiles asesinados en sus localidades, vehículos o en una fiesta rave), 291 eran militares. Y los secuestrados ascienden a 199, por encima de los cálculos iniciales, ha indicado su portavoz Daniel Hagari.

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