El dilema de Netanyahu: facilitar una tregua para liberar a los rehenes de Gaza o mantener la presión militar | Internacional

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El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, se enfrenta a una disyuntiva que pende sobre su cabeza como una espada de Damocles: priorizar una tregua para la liberación de rehenes o seguir apostando como principal objetivo por las operaciones militares en Gaza para acabar con Hamás. El mandatario se encuentra en medio del fuego cruzado de los que defienden un camino, como Estados Unidos o las familias de los secuestrados, o el otro, como el ala más ultranacionalista de su Ejecutivo. La tajante negativa del primer ministro a lo que considera inaceptables exigencias de Hamás para un alto el fuego dirige a Israel, al menos de momento, hacia la opción de mantener activa la apisonadora de su ejército en la Franja, donde ha matado ya a casi 28.000 palestinos.

Así lo demuestran los bombardeos y los ataques con artillería de las últimas horas sobre Rafah, última parcela por conquistar de la Franja y refugio de más de un millón de desplazados. Esos ataques son considerados como antesala de la ocupación terrestre de un lugar que vive ya bajo una “pesadilla humanitaria”, según António Guterres, secretario general de la ONU. Mientras, los países mediadores no arrojan la toalla y tratan de mantener vivos los contactos. Desde este jueves, en El Cairo, las autoridades egipcias y las de Qatar, dos de los países intermediarios junto a EE UU, tratan de desatascar las conversaciones con una delegación de Hamás. Por lo expresado de momento por sus responsables, las partes en conflicto mantienen posiciones que lo hacen imposible.

Según un sondeo del centro de estudios Israel Democracy Institute realizado a finales de enero entre la población judía y árabe de Israel, un 51% de encuestados defiende como principal objetivo la liberación de rehenes, mientras que para un 36%, lo primordial debe ser acabar con Hamás. “No son objetivos contradictorios y no renunciaremos a ninguno”, defendió este jueves el líder opositor israelí Yair Lapid, que se reunió con el secretario de Estado de EE UU, Antony Blinken, de nuevo de gira por la región. “La sociedad israelí en su conjunto está decidida a devolver a los secuestrados a casa y erradicar a Hamás”, comentó a través de la red social X (antes Twitter).

El principal foco de presión en la calle son las familias de los que cayeron en manos del movimiento islamista, que atacó Israel el pasado 7 de octubre y mató a unas 1.200 personas, lo que abrió la espita de la contienda. “Por favor, primer ministro, si continúa por este camino, no habrá más rehenes que liberar. Recupere nuestra confianza, libérelos ahora”. Esta fue la súplica que lanzó en la noche del miércoles Adina Moshe, una de las rehenes liberadas, tras 49 días en Gaza, a finales de noviembre durante el anterior alto el fuego. Moshe fue una de las cinco secuestradas que participaron en Tel Aviv en un acto tras la negativa de Netanyahu a aceptar las condiciones que plantean los milicianos palestinos para una nueva tregua.

Kobi Michael, analista israelí del Instituto para el Estudio de la Seguridad Nacional (INSS, por sus siglas en inglés), reconoce que hay “tensión” entre los dos objetivos que marcan el dilema de Netanyahu. Pero no tiene dudas de que “lo único que puede acelerar la negociación entre ambas partes es la presión militar de Israel sobre Hamás”. Cree que Qatar y Egipto deben elevar la presión sobre los islamistas para que cambien de postura. Hamás, añade en conversación telefónica, está “aterrorizando emocionalmente” a los israelíes, especialmente a las familias de los secuestrados, porque sabe del “valor sagrado de la vida” que impera en Israel. “El pueblo de Israel entiende muy bien que no podemos aceptar el acuerdo a cualquier precio”, concluye.

La prioridad de los rehenes

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No todos coinciden en priorizar la intervención militar para derrocar a Hamás. “Liberar a los rehenes es un deber nacional, pragmático y moral. No es más importante que erradicar a Hamás, pero es mucho más urgente y, en consecuencia, debe ser la prioridad”, defiende Ehud Barak, ex primer ministro, partidario también de convocar elecciones cuanto antes por lo que considera una incapacidad de Netanyahu para gestionar el país. “Aproximadamente un tercio de los rehenes ya no están vivos, de ahí la necesidad de actuar de inmediato” y no lograr ese acuerdo marcará a “la sociedad israelí en su conjunto durante las generaciones venideras”, añade el que fuera también jefe del Estado Mayor y uno de los militares con más galones de Israel, en un artículo publicado en la web del Canal 12. “Israel necesita realizar una elección estratégica entre la iniciativa de [Joe] Biden y la visión presentada por [Itamar] Ben Gvir y [Bezalel] Smotrich”, señala en referencia a las preferencias del presidente de EE UU y a dos de los ministros más radicales del Gobierno.

Netanyahu “no quiere decir que no a un presidente de Estados Unidos que está personalmente involucrado en los esfuerzos para liberar a los prisioneros”, entiende Akiva Eldar, analista político del diario Haaretz, en declaraciones a la cadena Al Jazeera. El primer ministro “está interesado en las negociaciones, pero no estoy seguro de si la mayoría de los cautivos estarán vivos entonces, y no pueden esperar hasta que Netanyahu y Hamás den con un acuerdo absoluto y definitivo”, añadió.

Las familias mantienen la presión: “Hemos llegado a la hora de la verdad, el momento en el que hay que decidir quién vive y quién muere, quién volverá y quién se convertirá en presa de monstruos inhumanos. 136 rehenes esperan ahora en túneles, sin oxígeno, sin comida, sin agua y sin esperanza, esperando a que los salves”, alertaron en un comunicado. De esos 136, las autoridades estiman que al menos una treintena ha muerto ya, bien durante el cautiverio o en el ataque del 7 de octubre. “Si los rehenes no regresan a casa, todos los estudiantes de secundaria, todas las madres y padres deben saber que pueden ser los siguientes. Que viven en un Estado que no se compromete con su seguridad, que la responsabilidad mutua en el Estado ha muerto”, añaden.

Para el laborista Ehud Barak, Israel es como un Titanic que se hunde sin remisión con Netanyahu al timón, de ahí que pida elecciones “lo antes posible”. Propone junio porque retrasarlas más, a finales de este año o principios de 2025, daría a Netanyahu un “salvavidas”, argumenta. De esa forma, entiende el ex primer ministro, el actual mandatario podría sortear a Joe Biden, que afronta elecciones el próximo noviembre, y gestionar así su continuidad de la mano de ministros como Smotrich y Ben Gvir. Estos defienden mano dura militar en Gaza, la expulsión de los palestinos de ese enclave y su reocupación permanente con civiles y militares israelíes.

La presente guerra es la más larga y dura que ha afrontado Israel desde su establecimiento como Estado en 1948. El conflicto se adentra ya en su quinto mes, mientras que, entre marzo y abril, la comunidad musulmana celebrará el mes sagrado de Ramadán. Estados Unidos, según fuentes citadas por The Times of Israel, teme que los ministros más radicales del Gobierno israelí, como el de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, puedan aprovechar esas fechas, de máxima sensibilidad, para avivar el fuego con visitas como las que ha realizado ya en ocasiones anteriores a la Explanada de las Mezquitas, en la parte vieja de Jerusalén.

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