El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, puede respirar un poco más tranquilo. El fiscal especial Robert Hur no presentará cargos contra él por haberse llevado a una oficina privada y a su casa particular documentos oficiales, entre ellos algunos clasificados como confidenciales, de la época en que era senador o vicepresidente. Biden evita así convertirse en el primer presidente de Estados Unidos en ejercicio imputado por un posible delito. Su antecesor, Donald Trump, está acusado de 91 delitos en cuatro casos penales diferentes, entre ellos uno por los papeles clasificados que se llevó a Mar-a-Lago, su mansión en Palm Beach (Florida). Sin embargo, el informe retrata a Biden como un octogenario que ha perdido la memoria y no recuerda cuándo murió su hijo ni cuándo fue vicepresidente, lo que supone un duro golpe político.
“Concluimos que las pruebas no son suficientes para condenar, y rechazamos recomendar el procesamiento del señor Biden por su retención de los documentos clasificados sobre Afganistán”, los más delicados de los que mantenía en su poder, indica el fiscal. Pese a que no presentará cargos, el informe de 388 páginas del fiscal especial critica a Biden por su manejo de documentos clasificados y sostiene que sus prácticas presentaron “serios riesgos para la seguridad nacional”. “Nuestra investigación descubrió pruebas de que el presidente Biden retuvo y divulgó voluntariamente material clasificado después de su vicepresidencia cuando era un ciudadano privado”, decía el informe, pero las pruebas “no establecen la culpabilidad del señor Biden más allá de una duda razonable”, indica el informe.
Según el documento, que ha sido entregado al Congreso por el Departamento de Justicia, los agentes del FBI recuperaron los documentos “del garaje, las oficinas y el sótano de la casa del señor Biden en Wilmington, Delaware”. Biden también guardó “cuadernos clasificados en espacios no seguros y no autorizados en estas casas de Virginia y Delaware”. El material incluía “documentos clasificados marcados sobre política militar y exterior en Afganistán y cuadernos que contenían anotaciones manuscritas del señor Biden sobre cuestiones de seguridad nacional y política exterior que implicaban fuentes y métodos de inteligencia sensibles”.
La exculpación de Biden es, en parte, demoledora: “El señor Biden probablemente se presentaría ante un jurado, como lo hizo durante nuestra entrevista con él, como un hombre simpático, bien intencionado, de edad avanzada y con mala memoria”, dice el fiscal especial, que añade que muchos jurados tendrían por ello “una duda razonable” sobre su culpabilidad. Sería difícil convencer a un jurado después de que Biden dejara el cargo de que “un expresidente de bien entrados los ochenta años” era culpable de un delito grave que “requiere un estado mental de voluntariedad”.
Doble rasero
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Trump y sus seguidores agitan acusaciones de persecución política y de doble rasero contra el Departamento de Justicia, aunque las circunstancias del caso de los papeles de Biden son muy diferentes a las del caso de Trump. Lo ocurrido con el actual presidente tiene más paralelismo con el caso del vicepresidente de Trump, Mike Pence, que también se había llevado papeles a su casa y fue exonerado. Pero, sin duda, el informe del fiscal Hur, nombrado en su día por Trump, se convierte en un balón de oxígeno para la defensa del expresidente, aunque también marca las diferencias entre los dos casos.
Según el informe, Biden llegó a decir: “Cada presidente antes que yo ha hecho exactamente lo mismo”. Hur, en cambio, destaca que “más notablemente, después de que se le dieron múltiples oportunidades para devolver documentos clasificados y evitar el enjuiciamiento, el señor Trump supuestamente hizo lo contrario”. “Según la acusación, no solo se negó a devolver los documentos durante muchos meses, sino que también obstruyó la justicia al reclutar a otros para destruir pruebas y luego mentir al respecto”, añade.
“Por el contrario, el señor Biden entregó documentos clasificados a los Archivos Nacionales y al Departamento de Justicia, consintió el registro de múltiples lugares, incluidos sus domicilios, se sometió a una entrevista voluntaria y cooperó de otras formas con la investigación”, explica el fiscal especial.
Trump retuvo un volumen ingente de documentación, incluidos importantes secretos relacionados con la defensa, desatendió requerimientos para devolver los papeles cuando fue descubierto y la Oficina Federal de Investigación (FBI) acabó registrando por sorpresa su mansión, incautándose de documentos secretos que había tratado de ocultar. En cambio, Biden y Pence informaron por iniciativa propia de que habían descubierto los papeles que retenían y aceptaron voluntariamente que se registrasen sus domicilios sin necesidad de orden judicial.
Este jueves, Biden ha celebrado que el fiscal haya decidido no presentar cargos: “Me ha complacido ver que han llegado a la conclusión que siempre creí que llegarían: que no se presentarían cargos en este caso y que el asunto queda cerrado”, dice en un comunicado difundido por la Casa Blanca. “Ha sido una investigación exhaustiva que se remonta a más de 40 años, incluso a la década de 1970, cuando yo era un joven senador. Cooperé plenamente, no puse obstáculos ni busqué retrasos. De hecho, estaba tan decidido a dar al fiscal especial lo que necesitaba que seguí adelante con cinco horas de entrevistas en persona durante dos días, el 8 y 9 de octubre del año pasado, a pesar de que Israel acababa de ser atacado el 7 de octubre y yo estaba en medio de una crisis internacional. Creía que eso era lo que le debía al pueblo estadounidense para que supieran que no se presentarían cargos y que el asunto quedaría cerrado”, ha añadido.
Los primeros documentos que retenía Biden indebidamente en su poder fueron descubiertos cuando los abogados personales del presidente estaban empacando archivos guardados en un armario cerrado con llave para prepararse para desocupar el espacio de oficinas en el Centro Penn Biden para la Diplomacia y el Compromiso Global, un think tank dependiente de la Universidad de Pensilvania en Washington. Biden utilizó periódicamente este espacio desde mediados de 2017 hasta el inicio de la campaña electoral de las elecciones presidenciales de 2020.
Los documentos fueron descubiertos el 2 de noviembre de 2022. Ese mismo día, la Oficina del Asesor Jurídico de la Casa Blanca lo notificó a los Archivos Nacionales, que tomaron posesión de los materiales a la mañana siguiente. El hallazgo, por tanto, se produjo días antes de las elecciones legislativas del 8 de noviembre, pero no se hizo público entonces sino hasta el pasado 9 de enero.
“La gente sabe que me tomo seriamente los documentos con información clasificada”, señaló en una visita a México, donde estaba al trascender la noticia. “Encontraron unos documentos en una caja, en un armario cerrado, y en cuanto lo hicieron se dieron cuenta de que había varios documentos clasificados en esa caja. E hicieron lo que debían: llamar inmediatamente a los Archivos [Nacionales] y entregárselos”, continuó. “Me informaron sobre este descubrimiento y me sorprendió saber que hay registros gubernamentales que fueron llevados a esa oficina, pero no sé lo que hay en los documentos”, añadió.
No aclaró en esa comparecencia que sus abogados ya habían encontrado el 20 de diciembre del año pasado un segundo lote de documentos clasificados en un cuarto junto al garaje de su casa en Wilmington (Delaware). El fiscal general, Merrick Garland, reveló ese nuevo descubrimiento el 12 de enero a la vez que anunciaba el nombramiento del abogado Robert Hur, que trabajó entre 2018 y 2021 como fiscal del Estado de Maryland, como fiscal especial del caso para indagar en “la posible extracción y retención no autorizada de documentos clasificados u otros registros”.
La semana siguiente, el 20 de enero, agentes del FBI a las órdenes del Departamento de Justicia estuvieron registrando la casa de Biden, desde las 9.45 de la mañana hasta las 10.30 de la noche. Fue una búsqueda pactada, sin requerimiento ni orden judicial, sino ofrecida voluntariamente por Biden y sus abogados. En esas casi 13 horas de revisar a fondo las pertenencias del presidente, los agentes hallaron nuevos documentos con marcas de clasificación confidencial y materiales anexos tanto de la época en que Biden era senador como de la que era vicepresidente, según informó su abogado personal. Tomaron posesión de ellos y también se llevaron algunas notas manuscritas de Biden de los años en que fue vicepresidente (de 2009 a 2017).
Todavía hubo otro registro pactado, el de la casa de la playa de Biden, en Rehoboth Beach (Delaware), aunque en este caso no apareció ningún documento con el sello de clasificado, aunque los agentes se llevaron para un análisis más detallado algunos materiales y notas manuscritas que parecían de su época de vicepresidente.
Biden enseguida restó importancia a la cuestión. “Por lo que yo sé, el tipo de cosas que recogieron fueron cosas de 1974 y papeles perdidos”, dijo en una entrevista en televisión en febrero. “Cuando empaquetaron [las cosas de] mis oficinas para trasladarlas, no hicieron el tipo de trabajo que se debería haber hecho para revisar a fondo cada una de las piezas de documentación”, añadió.
El caso de los papeles clasificados de Biden y el de Trump son muy diferentes. Sin embargo, el hecho de que por dos casos que guardan similitudes Trump esté imputado y Biden exonerado es gasolina para el fuego de las acusaciones de uso político de la justicia a menos de un año de unas elecciones presidenciales que, salvo sorpresa, volverán a enfrentar a ambos candidatos.
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