Los ciudadanos de Irlanda, una isla que ha hecho siempre gala de ser país de acogida, se resisten a admitir que hasta sus orillas haya llegado la misma plaga ultra y xenófoba que recorre buena parte de Europa. “Que les jodan. Estos matones lamentables no nos representan. Ni hablan en nuestro nombre ni queman autobuses por nosotros”, ha escrito este viernes con rabia el analista Fintan O´Toole en las páginas de The Irish Times, después de una larga noche de violencia y fuego en el centro de Dublín, la capital del país. Muchos irlandeses prefieren identificarse con el trabajador brasileño de la empresa de reparto Deliveroo que atacó con su casco al sospechoso de apuñalar a tres niños y una mujer a primera hora de la tarde, frente a un colegio de primaria, que con los centenares de vándalos que se lanzaron a incendiar las calles y proferir gritos contra los inmigrantes. La policía ha detenido a 34 personas por los disturbios y saqueos en la ciudad. Las autoridades prevén nuevas protestas en los próximos días por lo que se reforzará la presencia de agentes en las calles.
Fuentes policiales de la Garda Síochána (los Guardianes de la Paz, el término oficial en irlandés de las fuerzas de seguridad) han informado este viernes de que los principales responsables de los disturbios eran “vándalos locales” de Dublín 1, el distrito en el margen norte del río dublinés donde se produjo el incidente. Esta zona de la ciudad se debate entre la prosperidad y la decadencia, con los mismos problemas acuciantes de falta de vivienda que se dan en toda la capital irlandesa. Admiten, sin embargo, que la agitación inicial partió de las redes sociales, de grupúsculos de ultraderecha surgidos en los últimos meses por el aumento de llegadas a la isla de inmigrantes.
“Resulta ya obvio para cualquiera que lo dudara que nuestra legislación contra delitos de odio no está a la altura de la era de las redes sociales”, ha reconocido el primer ministro irlandés, Leo Varadkar, que se ha comprometido a llevar ante el Parlamento nuevas propuestas en unos pocos días. “Aprobaremos también nuevas leyes en las próximas semanas para que la Garda pueda hacer mejor uso de las imágenes grabadas ayer [por el jueves] con las cámaras de seguridad de las calles”, ha asegurado Varadkar.
La policía irlandesa desplegó, en respuesta a los disturbios, cinco unidades de emergencia, lo que constituye medio millar de agentes. Para el fin de semana se incrementará esa cifra en tres unidades más, pero la combinación de previsión, refuerzo y presencia física en el centro lleva a confiar en que no se repetirán escenas como las de este jueves, que registró los disturbios callejeros más violentos de los últimos años en Dublín. Las autoridades policiales, sin embargo, deben trabajar “bajo la presunción de que habrá nuevas protestas en el futuro”.
“Vamos a realizar una revisión completa de nuestras tácticas actuales de respuesta de orden público”, ha prometido el comisario jefe de la Garda, Drew Harris, que se ha sumado al respaldo absoluto de las principales fuerzas políticas irlandesas a la respuesta llevada a cabo por los agentes durante una tarde y noche que fueron largas e intensas. Al menos 34 personas fueron detenidas, a lo largo de varias horas en las que se quemaron vehículos privados, coches de policía, autobuses y vagones del tranvía, además de saquear 13 comercios del centro de la capital. “Son escenas que no se habían visto desde hacía décadas. Está claro que la gente se ha radicalizado a través de las redes sociales”, ha dicho Harris.
El embrión de la ultraderecha
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Durante las horas en las que se incitó a la violencia y ardieron las calles de Dublín, corrió por esas redes el hashtag #IrelandIsFull (Irlanda está completa). Es el nombre de un grupo marginal de extrema derecha y xenófobo que ha agitado el ambiente durante los últimos meses, junto a otras organizaciones ultra como el Irish Freedom Party (Partido Irlandés de la Libertad), que escribía en su cuenta de X (antes Twitter) durante los disturbios: “La gente de todo el país está furiosa. Está harta de ser ignorada y demonizada por tener preocupaciones legítimas sobre la inmigración masiva en nuestro país. La clase política ha impuesto esta plantación [en el sentido de asentamiento, o colonia] al pueblo de Irlanda sin consultar”.
Irlanda ha registrado durante el último año cifras récord de inmigrantes. Hasta el pasado abril, llegaron a la isla 141.000 personas, según estadísticas oficiales. La población del país es de poco más de cinco millones de habitantes. Uno de los asuntos políticos más calientes, que ha centrado gran parte de las últimas contiendas electorales, es la carestía de la vivienda. Muchos jóvenes y adultos son incapaces encontrar una residencia digna en Dublín y otras ciudades del país. El desembarco en la isla de los gigantes tecnológicos, atraídos por sus ventajas fiscales, trajo consigo una enorme especulación y reducción de la oferta de pisos.
Al menos 73.000 solicitantes de refugio o refugiados, 54.000 de ellos procedentes de Ucrania, viven en hoteles y otros centros de acogida proporcionados por el Gobierno. Los grupos de vándalos que se lanzaron a la calle este jueves sospechaban que un hotel Holiday Inn que intentaron saquear daba cobijo a algunas de estas personas.
La ultraderecha de otros países de Europa ha jaleado este supuesto “despertar” de los irlandeses: “A diferencia de los ingleses, que se pronuncian poco, los irlandeses se expresan en voz alta y llevan a las calles su protesta, frente al aumento de varones jóvenes ‘solicitantes de asilo” [la cursiva era suya], escribía Nigel Farage, el populista británico que impulsó el Brexit y la xenofobia en el Reino Unido, el pasado enero ante una de esas manifestaciones en Dublín.
Estado de los heridos
La niña de cinco años que resultó más gravemente herida en el ataque del jueves de Parnell Square permanece en “estado crítico” en el hospital de Temple Street, según ha informado la propia Garda. La otra niña, de seis años, sigue hospitalizada, pero sus heridas son de menor gravedad. El niño, de cinco años, ya ha sido dado de alta. La mujer de 30 años, trabajadora de la escuela frente a la que ocurrió todo y que se interpuso entre las víctimas y el agresor, también está ingresada, en el hospital Mater, y su estado es grave. El agresor, que acabó apuñalándose a sí mismo mientras lo reducía un grupo de viandantes, permanece también hospitalizado y bajo custodia.
Las autoridades policiales no han querido dar más detalles sobre las posibles causas o motivación detrás del atentado, aunque inicialmente habían descartado que lo sucedido pudiera ser considerado un atentado terrorista. “Parece que se trata de un ataque aislado e independiente”, dijo previamente el superintendente de la policía, Liam Geraghty. Más tarde, fuentes policiales han afirmado que no descartan ninguna motivación: “No vamos a especular más hasta que estemos seguros de cuál es el motivo. Tenemos que mantener la mente abierta sobre por qué ocurrió”. Los manifestantes protagonistas de los disturbios hicieron correr el rumor de que el sospechoso era un extranjero, a pesar de que las autoridades no han querido dar detalles sobre su identidad.
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