Después de días de tensas negociaciones, la coalición alemana de socialdemócratas, verdes y liberales ha dado luz verde a un borrador de presupuestos para 2024 que alivia en cierta medida la presión que venían sufriendo en las últimas semanas. Se trata de un acuerdo político entre los tres socios que permite desbloquear las cuentas, pero que llega tarde para poder aprobarlas en lo que queda de año: ya no hay tiempo para el trámite parlamentario, que se retomará en enero.
El canciller, Olaf Scholz, y sus ministros de Economía y Clima, el verde Robert Habeck, y de Finanzas, el liberal Christian Lindner, han comparecido en Berlín para explicar de dónde salen los recortes que aplicarán el próximo año para tapar el agujero de 17.000 millones que ha dejado una demoledora sentencia del Tribunal Constitucional que ha puesto en jaque el gasto público alemán. Porque la respuesta a la crisis vendrá del lado de los recortes y no de contraer nueva deuda, como han dejado claro los tres políticos. El controvertido límite al endeudamiento, llamado freno de la deuda, no se suspenderá en 2024.
“Por supuesto que no nos gusta hacerlos, pero son necesarios [los recortes] para poder salir adelante con el dinero de que disponemos”, ha asegurado el canciller en una breve comparecencia sin preguntas. Los mayores ahorros saldrán de suprimir subsidios perjudiciales para el clima, además de reducir gastos superfluos en todos los departamentos gubernamentales. Además, está previsto aumentar el precio de las emisiones de CO₂. El pacto supone un balón de oxígeno para la coalición, muy presionada por la oposición, que ha empezado a pedir elecciones anticipadas ante la crisis desatada por el fallo judicial, la peor en los dos años que acaba de cumplir el tripartito.
El canciller subrayó que, pese a las dificultades, el Gobierno se aferra a sus tres objetivos centrales: impulsar la transformación ecológica del país, reforzar la cohesión social y apoyar estrechamente a Ucrania para que pueda defenderse del ataque de Rusia. “Pero está claro que tendremos que arreglárnoslas con bastante menos dinero para alcanzar estos objetivos”, ha reconocido. Las negociaciones presupuestarias se ha prolongado durante días, en horario nocturno y de madrugada, ante la dificultad de llegar a un acuerdo entre los tres partidos. Los liberales insistían en recortar prestaciones sociales, algo a lo que se negaban los socialdemócratas de Scholz, mientras los verdes rechazaban tocar las partidas destinadas a lograr la descarbonización de la economía alemana.
Los liberales de Lindner, que se negaban a suspender el freno de la deuda en 2024 y también rechazaban cualquier subida de impuestos, han conseguido su objetivo. Sin embargo, según Scholz, el Gobierno se reserva la posibilidad de suspender las normas de endeudamiento con carácter retroactivo si fuera necesario en caso de deterioro de la situación militar o financiera de Ucrania en la guerra contra Rusia.
El acuerdo ha llegado a las seis de la mañana de este miércoles, después de una larga noche de tensas negociaciones. El caos presupuestario, devenido también en crisis política, lo desencadenó una sentencia del Constitucional que declaraba nula la reasignación de 60.000 millones de euros de un fondo para luchar contra la pandemia a otro, también extrapresupuestario, para la transformación climática y económica. La decisión de los jueces de Karlsruhe ha puesto en entredicho la legalidad de todos los fondos creados de forma similar para esquivar la estricta limitación del déficit público que Alemania inscribió en su Ley Fundamental en 2009, poco después de la crisis de deuda soberana.
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Entre las consecuencias inmediatas del fallo de Karlsruhe está la imposibilidad de acceder a esos 60.000 millones, pero también el tener que presentar un presupuesto complementario para cubrir legalmente los gastos ya efectuados en 2023, que además ha requerido suspender el freno de la deuda por cuarto año consecutivo —la limitación se levantó 2020 y 2022 por la pandemia y la guerra de Ucrania, y ahora de nuevo por el revés judicial―. Con los fondos extrapresupuestarios congelados, crece la preocupación entre las empresas alemanas, amenazadas por la falta de competitividad y atractivo con respecto a países como China y Estados Unidos.
El Fondo para el Clima y la Transformación (KTF, por sus siglas en alemán) es el instrumento central de Alemania para impulsar una transformación respetuosa con el clima. Según ha adelantado Scholz en Berlín, sufrirá un recorte de 12.000 millones de euros el próximo año. En total, hasta 2027, se acumularán recortes de 45.000 millones de euros. Es necesario ahorrar, han subrayado los tres líderes políticos. Habeck ha anunciado que la prima a la compra de coches eléctricos expirará antes de lo previsto, sin dar fechas concretas. Se esperan recortes también en las subvenciones a la energía solar; sin embargo, no está previsto restar fondos a los maltrechos ferrocarriles alemanes. En lugar de eso, se gestionarán de otra forma y se privatizará una de sus filiales, Schenker.
El acuerdo político que da un respiro a la crisis de la coalición tiene que materializarse con la aprobación en el Consejo de Ministros. Después pasará a la comisión parlamentaria de presupuestos en el Bundestag, seguramente en lo que queda de diciembre, y ya en enero tendrá que ser votada en las dos cámaras, Bundestag y Bundesrat. Hasta ese momento se aplicaría durante algunas semanas la llamada gestión presupuestaria provisional, que solo permite atender gastos necesarios para mantener la Administración y cumplir con las obligaciones legales.
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