tiene más de 40.000 añosen la zona que ahora conocemos como Pinilla del Valle (Madrid)un grupo de cuentos neandertales erigió en el fondo de una escarpada cueva su propio santuario de caza. Allí consiguió un portero ‘trofeos’ como cráneos de búfalo, ciervos y rinocerontes cuidadosamente tallados siguiendo el mismo jefe. Ahora, décadas de miles de años más tarde, el hallazgo de estas reliquias desvela la historia inédita de esta población de ‘neandertales madrileños’ y, según esgrimen los expertos, se confirma una vez más la increíble capacidad de los neandertales para crear sus propios símbolos y transmitir su legado de generación en generación.
La historia de este descubrimiento, publicada este jueves en la revista científica ‘Nature Human Behaviour’, ha sido descrita como uno de «los mas excepcionales» de los ultimos años. Y no tanto por el estudio del yacimiento en sí, sino por todas las pruebas que apuntan al valor simbólico de los restaurantes hallados. Según desvelan los científicos que han liderado este análisis, encabezado por el famoso paleoantropólogo Juan Luis Arsuaga, estos neandertales guardaban cuidadosamente algunos de los cráneos de sus presas de caza para después convertirlos en trofeos para el santuario.
Todo apunta a que estos habitantes prehistóricos de los valles madrileños incluidos siguió una misma técnica para ensamblar sus trofeos. Los cráneos de los animales, además de los grandes herbívoros que han sido pululaban por la Península Ibérica, serán manipulados con herramientas líticas para extirpar los sesos (incluidas las partes blandas) y ya la estructura ósea. También fueron modificados para quitar la mandíbula y el maxilar superior y, a su vez, para ensalzar la parte de los cuernos y las astas del animal Así pasaron de ser simples carcasas a verdaderas insignias culturales.
Valor simbólico
El proceso de creación de estos trofeos de caza ninguna era casual. Según explicó el equipo de arqueólogos que ha liderado su estudio, el hecho de que esta población de neandertales dedicará tiempo y esfuerzo a forjar estas insignias es una muestra más de su capacidad para otorgar un valor simbólico a una serie de objetos y prácticas (algo que, por cierto, hasta hace poco solo relacionábamos con la aparición de los ‘sapiens’). La creación de estos trofeos, de hecho, no fue esporádica, sino que parece haber transmitido al largo de generaciones de neandertales.
Esta misma conclusión también fue esbozada tras el hallazgo de las últimas ‘joyas neandertales’ de la Península Ibérica, rescatadas hace unos cuatro años en la conocida como cueva Foradada, cerca de lo que hoy en día conocemos como Calafell (Baix Penedès). Ya entonces, el hallazgo de unos ornamentos elaborados con garras de águila apuntó, por un lado, a que los neandertales tenían «un simbolismo completo, capacidad de abstracción, lengua articulada«y, por otro lado, a un cierto afán por consolidar una»cultura simbólica común«Tanto en el momento como de cara a las venideras generaciones.
«Algo inédito»
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El estudio de este yacimiento arqueológico madrileño ha abierto la puerta a sigue la investigación de la cultura de los últimos neandertales de la Península Ibérica. La explicación de Segun rosa huguetinvestigadora del IPHES-CERCA, profesora de la Universitat Rovira i Virgili y coautora del artículo, «las características del conjunto publicado sugieren que los neandertales daban a los Animaux que cazaban a significado más allá del propiamente de subsistencia«.»Esto es algo muy singular ahí está que la acumulación intencionada de cráneos en un enclave así es un hecho inédito hasta el momento”, concluye el investigador.
La excavación del santuario de caza ‘madrileño’ que protagoniza esta noticia arrancó hace más de dos décadas. El yacimiento de Pinilla del Valle comenzó a ser explorado en el año 2002, justo cuando la zona fuera fue declarada bien de interés cultural. Desde los comienzos, durante más venas años, Durante todos los veranos un equipo de arqueólogos personó en el lugar en busca de restos de poblaciones pasadas. Hacia el año 2009, el descubrimiento de una larga galería (que en su día fue una cueva resguardada) abrió la puerta al hallazgo de este fascinante sitio arqueológico.