La tregua política en Venezuela da oxígeno al chavismo y a la oposición ante un horizonte electoral lleno de incógnitas

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Jorge Rodríguez firma el acuerdo con la oposición para celebrar elecciones presidenciales en 2024, el 17 de octubre en Barbados.Prensa AN (EFE)

El llamado Memorándum de Entendimiento entre representantes del Gobierno de Nicolás Maduro y la oposición venezolana, firmado esta semana en Barbados, ha sido recibido con pesimismo inicial y recelos por parte de la población. El acuerdo, sin embargo, además de suponer la eliminación parcial de las sanciones energéticas a Venezuela, la presencia de observadores internacionales en las presidenciales de 2024 y la liberación de presos políticos emblemáticos, ha generado un foco de interés poco frecuente entre analistas políticos y económicos.

La oposición venezolana consigue margen para celebrar sus elecciones primarias este domingo. Las presidenciales están fijadas para el segundo semestre de 2024 y esto le da tiempo a todo el mundo para reponer fuerzas. Y la observación internacional en los comicios, antes denegada por los mandos chavistas, queda formalmente admitida. Al mismo tiempo, con la supresión de sanciones energéticas y mineras a Caracas, el Gobierno de Maduro consigue opciones para financiar las arcas de la nación y sus propios intereses. Esta premisa aumenta las expectativas de una real recuperación económica en unos términos tan extensos e inequívocos que han sorprendido tanto al chavismo como a muchos analistas locales independientes.

“Veo las cosas hoy con más optimismo de lo que las veía ayer”, afirma Carmen Beatriz Fernández, académica y consultora política. “La supresión de las sanciones es más grande de lo que uno esperaba. Hay un cambio en la política del Departamento de Estado a Venezuela, en virtud de la reconfiguración actual de algunos conflictos globales, como Ucrania y el Oriente Próximo. El Gobierno de Maduro ha quedado comprometido con una hoja de ruta, con un tiempo estipulado y con acuerdos prestablecidos. Esto le da a la oposición un marco para trazar una política”.

Para Trino Márquez, sociólogo, articulista y analista político, los verdaderos inconvenientes de este acuerdo serán apreciados más adelante. “La propia posibilidad de organizar unas elecciones justas y competitivas sólo a partir de lo que este acuerdo expresa está por verse. El Gobierno de Maduro sabe que en cualquier elección relativamente libre y abierta saldría derrotado”.

Márquez apunta que uno de los puntos de inflexión de todo este proceso será el destino final de candidatura de María Corina Machado, la líder más popular del país en todas las encuestas, muy probable ganadora de las primarias. Machado está inhabilitada por una medida de la Contraloría General de la República que invoca una excusa administrativa. Su nombre sigue siendo objeto de un complejo intercambio de propuestas, presiones y negativas, en el tira y afloja que se produce entre Washington y Caracas.

Un día después de las firmas y las felicitaciones en Barbados, Jorge Rodríguez, jefe de la delegación chavista y presidente de la Asamblea Nacional, afirmaba en un discurso en las sesiones ordinarias del parlamento venezolano, controlado por el chavismo, que los acuerdos firmados garantizaban la participación política de todos los actores, “salvo aquellos que tengan cuentas pendientes con la legislación vigente”. Una clara alusión a Machado. Agregó que el ambiente de consenso alcanzado no debía ser enturbiado con actitudes chantajistas. Las palabras de Rodríguez casi colocaban las diferencias existentes entre las partes de nuevo en la casilla de salida.

“Estos acuerdos pueden marcar el futuro de este país en el próximo lustro”, sostiene Luis Peche Arteaga, consultor y analista político. “Estados Unidos ha dado un cambio sustancial, aceptando las circunstancias y reconociendo la pertinencia de Maduro en el poder”, afirma. “El acuerdo contiene varios avances para la causa de la democracia: el reconocimiento de la Plataforma Unitaria, entre ellas el respeto a las primarias y las garantías con la observación electoral.”

Bien se sabe que la historia de las crisis políticas en el panorama internacional contemporáneo, incluyendo a Venezuela, está sobrepoblada de acuerdos firmados que luego no se cumplen. “Ha sido el Gobierno de Maduro el que se ha negado a dar cumplimiento a acuerdos firmados en el pasado”, afirma Márquez. “Lo que pasa es que cada vez se le hará más difícil por la situación financiera del país. Sus aliados más poderosos en la escena internacional no podrán ayudarlo como quisiera a recuperar la industria petrolera local.”

“El papel sostiene todo. Ya hemos presenciado muchas rondas de diálogo similares a esta, que produjeron enorme ilusión, y no han llegado a buen puerto”, dice Peche Arteaga al analizar la política de estímulo y castigo que desarrolla la actual Administración demócrata de Joe Bien frente a Caracas. “Hay motivos para ser escépticos. Un factor diferenciador, quizás, sea la presencia de la comunidad internacional en todo el proceso, la palabra empeñada frente a gente tan diversa”.

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