China y la Unión Europea han mostrado buenas palabras, disposición al diálogo y comprensión mutua, pero han salido con escasos compromisos concretos de la cumbre de este jueves en Pekín. El bloque comunitario buscaba “reequilibrar” la relación económica, tal y como ha dicho Ursula von der Leyen, la presidenta de la Comisión Europea, al inicio del cara a cara con el presidente chino, Xi Jinping. Bruselas ve “insostenibles” los desequilibrios comerciales, que se agrandan cada año. “No debemos considerarnos rivales por el mero hecho de que nuestros sistemas sean diferentes, ni reducir la cooperación porque exista competencia, ni entrar en confrontación porque haya desacuerdos”, ha replicado el mandatario chino, que ha pedido aprovechar que los lazos pasan por “un buen momento de consolidación” para “trabajar con la UE en beneficio mutuo”, según la lectura oficial de Pekín.
Bruselas acudía a la cumbre, la primera en persona desde la pandemia, con una larga lista de agravios comerciales y la intención de reclamar a Pekín que ejerza influencia sobre Rusia para poner fin a la invasión de Ucrania. En el apartado económico, los Veintisiete han protestado por la falta de acceso de las compañías europeas al mercado chino, el trato preferencial a las empresas nacionales, los subsidios ocultos, la protección de la propiedad intelectual y la “sobrecapacidad” de la industria del gigante asiático.
“Cada día, China y la UE intercambian mercancías por valor de más de 2.000 millones de euros”, ha dicho el presidente del Consejo, Charles Michel, en los embates iniciales con Xi, pero el déficit comercial de la parte europea, ha añadido, se ha duplicado en dos años hasta alcanzar los casi 400.000 millones. Estos desequilibrios “son insostenibles”, ha asegurado Von der Leyen en una comparecencia al término de la cita, que ha definido como una “cumbre de elecciones”: estas se han desplegado “sobre la mesa”, y ha habido un “acuerdo” con la parte china de seguir avanzando con “mayor detalle” más adelante. “Hemos acordado con el presidente Xi que debería haber un equilibrio comercial entre nosotros”, ha asegurado, y la respuesta de China “determinará el futuro de nuestras relaciones”.
El concepto de la “sobrecapacidad” ha flotado por la sala en numerosas ocasiones. Preocupa en la UE, que teme cómo ante una baja demanda interna de la República Popular y el repliegue de otros mercados internacionales (como Estados Unidos o Japón) a campos tocados por esa varita de la sobrecapacidad (paneles solares, turbinas eólicas, bombas de calor, etc., muy vinculados a la transición energética) podría generar aún mayor presión sobre el mercado único.
El encuentro con Xi, el plato fuerte, se ha desarrollado por la mañana (hora local) en Diaoyutai, un complejo donde Pekín suele acoger a las visitas oficiales, y ha durado tres horas y media. En él, Pekín ha tratado de explicar a la UE que son “socios, no rivales”, que hay “más puntos de acuerdo que de desacuerdo”, y que la “cooperación supera con mucho nuestra competición”, según ha afirmado Wang Lutong, director general del departamento europeo del ministerio de Exteriores, en un encuentro en el que ha desgranado el contenido de la cumbre.
No ha habido ningún comunicado conjunto, y la cumbre ha dado lugar a pocos anuncios tangibles, más allá de nuevas sesiones del diálogo de alto nivel en diversos campos (industria, clima, asuntos digitales…) y un primer encuentro del grupo de trabajo sobre competencia financiera, según ha explicado Wang. Ambas partes han decidido establecer un “mecanismo de aviso temprano sobre materias primas esenciales”, ha añadido, sin dar más detalles.
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La dependencia de las materias primas es uno de los campos de preocupación para Bruselas, enfrascada desde la pandemia y la guerra en Europa en una estrategia de reducción de riesgos. Michel ha hecho mención en la comparecencia a la reciente decisión de China, el mayor productor y comerciante de grafito del mundo, de restringir la exportación de algunos productos relacionados con este mineral, clave en la fabricación de baterías de vehículos eléctricos y lubricantes para los sectores de maquinaria, petroquímica, defensa y aeroespacial. “Debemos proteger nuestros intereses. Y esto no significa desacoplarse”, ha dicho Michel.
Xi ha pronunciado al inicio de la cita una de sus frases fetiche —”Se están produciendo transformaciones de una magnitud nunca vista en un siglo”— para reclamar a continuación que ambas partes proporcionen “una mayor estabilidad al mundo, un mayor impulso al desarrollo y más inspiración y apoyo a la gobernanza mundial”. Pekín se siente incómoda con el posicionamiento de la UE hacia China como “un socio, un competidor y un rival sistémico”. Xi ha expresado que los lazos entre Pekín y Bruselas se encuentran en “un nuevo punto de partida” y que se debería mantener la descripción de la relación como una “asociación estratégica global”. Ha reclamado fortalecer “la confianza política bidireccional” y “evitar todo tipo de interferencias” en ese diálogo.
China ha mostrado durante las discusiones su oposición a la idea europea de “derisking” [reducción de riesgos], a la investigación a supuestos subsidios de Pekín al sector del vehículo eléctrico, y a las políticas comunitarias ante el 5G. El Gobierno chino cree que no existe tal “sobrecapacidad” en industrias ligadas a las energías renovables, según ha comentado Wang. Estas “se han desarrollado no por los subsidios, sino por la innovación”, ha dicho, y ha expresado que la aportación de la potencia asiática en estos sectores puede ser “muy útil” a la transición energética de la UE y del mundo.
En el apartado geopolítico, buenos propósitos, pero poca pegada. En este campo, la UE busca una mayor implicación de China como potencia global. “Es esencial poner fin a la agresión rusa contra Ucrania y establecer una paz justa y duradera que sea coherente con la Carta de las Naciones Unidas”, le ha expresado Von der Leyen a Xi al inicio del encuentro. “Y en la misma línea, trabajar por una solución de dos Estados en Oriente Próximo”, ha añadido, un planteamiento que también defiende China.
En cuanto a Moscú, no parece que Pekín vaya a intensificar su presión sobre el presidente ruso, Vladímir Putin. “Rusia es una nación independiente y soberana”, ha zanjado Wang en el encuentro con la prensa. “Putin está tomando sus decisiones sobre la base del interés y la seguridad nacional”.
La UE viene reclamando, además, que China se abstenga de evitar las exportaciones a Rusia de sus productos de doble uso (aquellos bienes de uso civil que pueden tener uno militar). Y ha colocado sobre la mesa, durante el encuentro, el rol de un listado de empresas radicadas en China en la elusión de las sanciones impuestas contra Moscú. “Esperamos ser oídos y que se tome la acción correcta”, ha dicho Michel.
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