Netanyahu: Israel ordena la evacuación de más de un millón de civiles de Rafah para “destruir” a Hamás | Internacional

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Israel ha anunciado este viernes un movimiento de gran calado en la guerra de Gaza. El primer ministro, Benjamín Netanyahu, ha decidido llevar sus tropas por tierra hasta Rafah, en el extremo sur de Gaza, para acabar de ocupar totalmente la Franja. Al mismo tiempo, la operación contempla la evacuación de más de la mitad de la población del enclave (unos 2,3 millones de personas en total), que se amontonan, la inmensa mayoría como desplazados internos desde el norte, en un territorio que linda con la frontera egipcia, que hace de tapón.

“Es imposible lograr el objetivo de la guerra sin eliminar a Hamás, y dejando cuatro batallones de Hamás en Rafah”, argumento un comunicado de la oficina del primer ministro hecho público en la tarde de este viernes, coincidiendo con el comienzo de la festividad semanal del sabat. “Por el contrario, es evidente que la intensa actividad en Rafah exige que los civiles sean evacuados de las zonas de combate”, añade el texto. Netanyahu ha pedido que las Fuerzas de Seguridad presenten al Gabinete un “plan combinado” que permita acabar con los islamistas y, al mismo tiempo, proceder a sacar a los civiles de esa misma zona. Se trata de una tarea muy compleja sobre la que el comunicado no ofrece ningún detalle.

Todas las miradas se centran desde hace días en Rafah, que puede convertirse en un nuevo campo de batalla en la franja de Gaza. Ajenas a los llamamientos de la comunidad internacional, tanto a nivel diplomático como humanitario, las tropas de Israel mantienen desde el aire y con artillería los ataques sobre esta población del sur del enclave. Al menos ocho personas, varias de una misma familia, perecieron cuando su casa fue bombardeada este viernes, según las autoridades sanitarias. Mientras, los militares siguen desplegados en la vecina Jan Yunis, una decena de kilómetros más al norte y principal escenario bélico en las últimas semanas.

El anuncio de Netanyahu se produce poco después de que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, afirmara este jueves que la reacción militar de Israel a los ataques del 7 de octubre está siendo “exagerada”. El principal aliado internacional de Israel teme que la actual crisis humanitaria y el número de víctimas de la guerra se dispare si las tropas llegan por tierra a Rafah. Ese mismo temor ha sido expresado por Naciones Unidas y diferentes ONG que trabajan sobre el terreno con amplia experiencia en situaciones de emergencia y guerras.

Estados Unidos, además, trata de encauzar al primer ministro Benjamín Netanyahu por la senda de un acuerdo de alto el fuego con Hamás. El secretario de Estado, Antony Blinken, ha puesto fin a su quinta gira regional durante la presente contienda sin llevarse aparentemente nada positivo en ese aspecto del Ejecutivo israelí. Mientras, Egipto y Qatar tratan de que las negociaciones no se pierdan manteniendo contactos directos con Hamás en El Cairo. Algunos analistas israelíes consideran, en todo caso, que Netanyahu trata de nadar y guardar la ropa. Por un lado, rechazó de forma tajante la propuesta de Hamás de una tregua e intercambio de rehenes por prisioneros palestinos y mantiene vivo su Gobierno gracias a ministros que le hacen de oposición interna enfrentándose abiertamente a la Administración de Biden. Por otro, intenta mantener a su lado a los moderados del Gabinete.

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Detrás de esa decisión militar sobre si hacer de Rafah otro Jan Yunis, se encuentra el problema de la liberación de los 136 rehenes que siguen en Gaza y cuya vuelta a casa es uno de los pilares sobre los que giran las negociaciones de un alto el fuego.

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