El expresidente cubano Raúl Castro, de 92 años, encabezó este lunes las celebraciones del aniversario 65 de la revolución en la ciudad oriental de Santiago de Cuba, en una de sus apariciones públicas más importantes en meses, y pidió unidad dentro del Partido Comunista y confianza en la nueva generación de dirigentes que ha sucedido a los líderes históricos.
El exmandatario, de 92 años, cerró el acto anual de conmemoración del triunfo de los guerrilleros que llegaron al poder en la isla encabezados por el fallecido Fidel Castro (1926-2016). En su alocución, reiteró la necesidad de cerrar filas dentro del oficialismo como la “principal arma estratégica” de la revolución y del PCC.
“Sé que expreso el sentir de la generación histórica al ratificar la confianza en quienes hoy ocupan responsabilidad de dirección en nuestro partido y Gobierno”, señaló en alusión a la actual Administración, dirigida por su sucesor, Miguel Díaz-Canel, quien es además el primer líder en la isla que no formó parte de la lucha armada desde 1959.
Castro también enfatizó en que “no hay contradicciones generacionales dentro de la revolución, porque no hay envidias ni ansias de poder entre sus hijos”, en una cita que atribuyó al exmandatario Fidel Castro. Asimismo, pidió a los líderes que por “insuficiente capacidad, falta de preparación o simplemente por haberse cansado de que no estén a la altura que exige el momento”, se hagan a un lado.
Antes de Castro, Díaz-Canel destacó lo que a su criterio han sido los grandes pilares de la Cuba después de 1959, como la reforma agraria, la educación y la sanidad pública. En ese sentido, hizo hincapié en “los hacedores” de la revolución que “la han traído invicta” a la nueva generación, quienes, sostuvo, “merecen el mayor de los reconocimientos” y que parte de eso será que “las generaciones siguientes sean leales a la historia”.
Cuba entra en 2024 sumida en una grave crisis económica, tras una caída del PIB en 2023 de entre el 1 % y el 2 % y un déficit fiscal de cerca del 19 %. El país sufre de escasez de productos básicos como alimentos, medicinas y combustible. El Gobierno asegura que esta situación se ha agravado por el endurecimiento de las sanciones de EE UU contra la isla, aunque también reconoce fallos de la gestión macroeconómica
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