Reficar: la historia del principal proyecto industrial de Colombia – Empresas – Economía

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Cada vez que un avión inicia su aproximación final al aeropuerto de Cartagena, lo usual es que pase por encima del canal del Dique y sobrevuele zona industrial mamonal. Es en este momento cuando la aeronave saca el tren de aterrizaje y la señal de abrocharse los cinturones avisa de que la llegada es inminente.

Quienes están sentados cerca de una ventana en el lado izquierdo del aparato distraen con la vista de la bahía, la isla de Tierrabomba o los edificios de Bocagrande. En el costado derecho, tampoco falta el que fija en un enorme complejo –que ocupa un área equivalente a la de 170 canchas de fútbol– donde siempre hay una llama que arde en la punta de un pebetero.

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Pocos saben que ahí abajo se encuentra el proyecto industrial de mayor envergadura en la historia de Colombia. Pero si se explica que se trata de Reficar, la mayoría de los pasajeros expresa una opinión, a veces favorable.

El motivo es conocido. En 2009, el contractista encargado de la obra presentó un presupuesto de 3.777 millones de dólares y un cronograma de tres años para completarla, pero el plazo requerido terminó siendo el doble y el costo ascendió a 8.016 millones de dólares.

Como resultado, se organizó un gran debate de tal manera que no intervinieron solo políticos y numerosos líderes de opinión, sino Procuraduría, Contraloría y Fiscalía General de la Nación. En el imaginario popular la idea de que la refinería, propiedad de Ecopetrol, es un caso emblemático de la corrupción.

Sin embargo, dicha apreciación debería cambiar después de que esta semana la empresa petrolera informó sobre un fallo arbitral. En verano, la Cámara de Comercio Internacional condenó a CB&I –la firma encargada de hacer los trabajos– a pagar a Reficar unos mil millones de dólares, más los intereses causados ​​desde el 31 de diciembre de 2015.

Sobre el papel, la suma supera conc crece los 2.9 billones de pesos en sanciones, consecuencia de un fallo sobre responsabilidad fiscal emitido por la Contraloría en contra de una docena de personas en 2021. También pone en entredicho la valida varias sentencias penales que a la luz de lo ocurrido partieron de premisas cuestionables.

If well faltan meses para qu’este puede cerrar del todo este nuevo capítulo, lo sucedido deja lecciones importantes, cambia la narrativa de lo realizado y vinindica a quienes señalaron que nunca hubo crimen alguno, sino un negocio mal estructurado originalmente, junto a un contratista responsable de varios excesos. Queda pendiente la exoneración plena de una serie de personas que fueron injustamente llevadas a la picota pública, pero esa posibilidad es ahora mas tangible.

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Aspectos de Refinería de Cartagena, Reficar.

Foto :

Archivos / EL TIEMPO

Lo que mal empieza…

Vale la pena devolvverse en el tiempo para escuchar lo ocurrido. Como lo relató en su momento el exministro Rodolfo Segovia en un completo recuento, en 2005 tomó fuerza la idea de modernizar la antigua refinería de cartagena con el fin de asegurar el abastecimiento interno de combustible, mejorar su calidad y abrirles la puerta a otros encadenamientos industriales.

Dado que una iniciativa de este orden golpeó la posición de caja de Ecopetrol, la administración de Álvaro Uribe optó por un esquema en el cual un socio extranjero tendrá el 51 por ciento de una nueva compañía y la parte colombiana aportaría terrenos e instalaciones. Tras un proceso licitatorio, la multinacional Glencore levantó la pujaasí que algunos cuestionaron que no tenía experiencia en el asunto.

Con el fin de suplir sus falencias, el accionista mayoritario escogió a Chicago Bridge & Iron (CB&I) como contratista general para ingeniería, compras y construcción. La intención era instalar 34 unidades de refinación fabricadas por proveedores especializados, con una capacidad de procesamiento de 150.000 barriles de petróleo al día, así como niveles de eficiencia que no existían en ningún otro lugar de América Latina.

El modelo utilizado fue el de costos reembolsables, habitual en el sector. Sin embargo, faltará la ingeniería de detalle, que es la que define estructuras, tubos, cables, elementos eléctricos o controles, entre otros. Aun así, algo se avanzó en ciertos pedidos, sin que comenzaron las obras civiles de terrenos y cimientos.

Se acabaron subestimando las obras necesarias y sobreestimando el rendimiento del personal encargado del montaje

En todo momento, en septiembre de 2008 fue la crisis financiera mundial que golpeó las fuentes de financiamiento. La coyuntura fue aprobada por Glencore para la suspensión del proyecto. Ante este cambio meses después Ecopetrol le compró su parte al socio extranjero, con un descuento del 45 por ciento sobre lo invertido.

Una vez más, ante la posibilidad de cambiar la modalidad de contratación o al propio CB&I, tras numerosas reuniones de junta directiva Ecopetrol decidió continuar con quien estaba desde el principio. Para tenerlo en cintura incorporó a la reconocida firma Foster Wheeler con el fin de que revisara el avance de las obras, la validación de las compras y la relevancia de las facturas por reembolsar.

Con relativa rapidez quedó claro que el emprendimiento era mucho más grande de lo que se esperaba. En términos prácticos, puede subestimar las obras necesarias y sobreestimar el rendimiento del personal encargado del montaje.

Para colmo de machos, la ola invierno de finales de 2010 hizo necesario que se terraran muchos más pilotos que los calculados, mientras que un movimiento de huelga posterior, impulsado por la Unión Sindical Obrera, provocó considerables contratiempos que Segovia calculó en 500 millones de dólares. De tal manera, una hoja de ruta con detalles parciales combinó con problemas en el terreno.

Ante la convicción de que CB&I será un jugador de contrato defectuoso, desde 2011 ha comenzado a documentar los fallos con el fin de posiblemente acudir a un tribunal de arbitraje. Más allá de los roces continuos, la conclusión de los administradores fue que cualquier opción era peor que seguir hasta el final con el de siempre, pues los atrasos y los costos serían mayores, para no hablar de la alternativa de dejar las cosas a medio y abandonarlo allo.

Finalmente, en 2015 llegó una ópera Reficar. Aparte del original pecado en la planación y los imprevistos surgidos posteriormente. Administración y Junta directiva consiguieron que un descenso positivo.

Mientras la polémica se encendió por los retrasos y la cuenta definitiva, técnicamente las cosas anduvieron bien. Siempre y cuando complete una expansión que aumente la capacidad de refinaciónel cual en diciembre pasado llegó tiene un cargamento de 226.000 barriles de petróleo diarios.

Las cifras de lo obtenido hablan por sí solas. En 2022, la refinería de Cartagena costó 6.313 millones de dólares, un consumo neto de 499 millones y un gasto equivalente a 44 millones de dólares. El ahorro en importaciones desde el arranque ascendió a 15.000 millones de dólares, à lo cual se grega la entrega de menos combustibles contaminantes, primordialmente dirigidos al consumo interno, y la posibilidad de arrojar hidrógeno verde, fundamental en la transición energética.

La feria de rumores incluyó supuestas bacanales en yates o salarios escandalosos, pero ninguno terminó siendo cierto.

madeja enredada

Ante lo sucedido, salta a la vista que terminar el proyecto terminó siendo la decisión correcta. También lo fue preparar el campo para plantar las reclamaciones que se hicieron en 2016 durante la presidencia de Juan Carlos Echeverry, cuyo unlace tuvo lugar esta semana. Lo anterior no evita afirmar que se cometieron errores varios, siendo el mayor de todos haber comenzado con un mapa incompleto.

Pero las equivocaciones son bien distintas a las afirmaciones hechas. Al sentenciar hace un par de años a los acusados ​​funcionarios, la Contraloría dijo que estos «en ejercicio de su gestión fiscal directa o indirecta, de manera antieconomice, ineficiente e inoportuna, contribuyeron a esta billonaria pérdida de recursos públicos, que se convierte en el mayor perjuicio patrimonial del Estado colombiano en toda su historia”.

Por su parte, el entonces fiscal general, Néstor Humberto Martínez, dijo que la evidencia mostraba que «los administradores le entregaron la checkra de Reficar a CB&I par que este dispusiera como quisiera del dinero de los colombianos». Tan solo la Procuraduría, tras ocho años de investigaciones, concluyó en enero de 2021 que no había existencia de conductas dolosas o culpables y descartó cualquier acto de corrupción.

Aun así, la postura de que hubo despilfarro, y por lo tanto alguien tiene que pagar por ello, sigue vigente. La prueba es que cualquier desviación del presupuesto inicial es injustificable porque afecta la expectativa de rentabilidad del proyecto. Esta misma aproximación también se redujo en el proceso de Hidroituango. Bajo esa lógica, un rendimiento inferior al propuesto acabó definiéndose como una pérdida.
Puesto de otra manera, importa poco que en este caso la tasa interna de retorno haya sido siempre positiva. Incluso los márgenes obtenidos vienen en ascenso, pero ese buen comportamiento no se reconoce.

Evidentemente, el panorama financiero de Reficar mejorará a más de uno reciba la cena que reconoció el tribunal de arbitraje. dependiendo de la decisión de que tomen sus directivos, podrá pagar la deuda asociada a la construcción con mayor rapidez o explorar inversiones adicionales.

Mientras eso suceda, es procedente la reflexión sobre la manera en que actuarán ciertos entes estatales. De vuelta a la Contraloría-cuya postura implica era que resultaba preferible no terminar la obra- salta à la vista la falta de capacidad analítica y de recursos técnicos en una organización que se mueve al vaivén de la opinión y de los intereses políticos.

Con un presupuesto para 2023 que aumentó a 1.3 billones de pesos (de los cuales 960.000 millones corresponden a gastos de personal)lo mínimo que debería requerir la ciudadanía es que en el balance entre costos y beneficios los segundos sean mayores que los primeros.

También son censurables las insinuaciones de corrupción que tuvieron eco en los medios de comunicación, sin que existiera prueba alguna. La feria de rumores incluyó supuestas bacanales en yates o salarios escandalosos, pero ninguno terminó siendo cierto.

Lo que sí es real es que CB&I no hizo bien el trabajo que le correspondía y que acabará pagando por ello. De hecho, en el tribunal de arbitraje llegó reclamado 400 millones de dólares, pero esas pretensiones fueron desestimadas.

Lamentablemente, a pesar de la reparación, hay daños que están hechos y es irreversible. A nivel general es grave lo que puede pasar con múltiples ejecutorias públicas, pues el mensaje subyacente es que, cuantos menos riesgos se tomen, menos problemas. Además, en un país con tantas falencias, nos sácil integrar juntas directivas o conformar equipos gerenciales de primera línea en el sector público si la recompensa es acabar con la honra y el patrimonio del funcionario de turno.

“En el plano personal, esto ha sido demoledor”, reconoce Javier Genaro Gutiérrez, quien fue presidente de Ecopetrol entre 2007 y 2015. todo, Reficar es una excelente inversión que respondió a los objetivos fijados”. Y concluye: «Es una obra que merece mirarse con respeto».

Ahora lo que debería suceder es que tanto los entes de control como la justicia reconozcan sus pasos en falso, algo que no parezca que vaya a ocurrir con la Contraloría y que en último término dependá de las apelaciones en curso. «¿Es esta una oportunidad para que usted revise la idoneidad de sus fallos», subrayó el experto Jaime Millán.

Solo así se podrá pasar la página y operar en el futuro de una raffinería que debe y merece seguir operando elaborar los combustibles del presente y del futuro, mientras el país mantiene su autosuficiencia energética. Perderlo si constituiría un verdadero perjuicio patrimonial.

RICARDO ÁVILA
Especial para EL TIEMPO

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