Para que envejecemos? En los últimos diez años, esta pregunta se respondió con nueve claves. Pero desde ayer su doce. Un estudio dirigido por la facultad de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Oviedo Carlos López Otín y el investigador de la Universidad de París guido kromer ha definido tres nuevos procesos moleculas y celulares que causan el envejecimiento humano. Sus últimas alteraciones en la autofagia, que es un eficiente proceso de reciclado celular y molecular; la inflamación crónica, que tiene consecuencias notables para los organismos; y la disbiosis, que es la pérdida de diálogo entre el genoma humano y el de todos los microorganismos que nos habitantes. Este hallazgo, publicado en la revista americana «Cell», abre la puerta, según Otín, ha diseñado estratagia de intervención sobria cada uno de los mecanismos que influyen en la vejez, de manera que podamos mejorar nuestra calidad de vida y extender la longevidad.
Las premieras nueve claves del envejecimiento salieron a la luz en 2013 y aquella investigación, también dirigida por Carlos López Otín, se convirtió en el trabajo más citado de la historia en este campo científico. En ese estudio revolution se hablo de nueve factores que de manera conjunta contribuyen a nuestro deterioro celular y funcional asociado al paso del tiempo, y que se clasifica en categorías muy amplias: primarias, antagonistas e integradoras. Los factores primarios -los desencadenantes del proceso- son la inestabilidad genética, el acortamiento de los telómeros, las alteraciones epigenéticas y la pérdida de proteostasis. Los factores antagónicos -se refieren a las respuestas de los organismos para mitigar el daño producido por los factores primarios, y sólo si se exacerban o cronifican se ven perjudiciales- son la desregulación de los sensores nutricionales, la senescencia celular y la disfunción mitocondrial. Finalmente, los factores integradores –los principales responsables del envejecimiento– son el agotamiento de las reservas de células progenitoras y las alteraciones en los mecanismos de comunicación intercelular.
Ahora un equipo coordinado por Otín y Kromer –y formado por manuel serrano (IRB, Barcelona), María Blasco (CNIO, Madrid) y linda perdiz (Instituto Max Planck, Colonia) – capaz de demostrar que hay tres procesos más involucrados en el envejecimiento. Algunos, explicó Otín a LA NUEVA ESPAÑA, ya se sabían «desde hace mucho tiempo». Is the caso de las alteraciones en la autofagia y la inflamación crónica, pero faltaba demostrarlo. Sí han hecho. «En estos últimos años se han realizado experimentos ‘in vivo’, algunos en nuestro propio laboratorio, que han demostrado la relevancia directa y causal de estos fenómenos en el deterioro funcional de nuestros organismos colgantes el envejecimiento», afirma.
El caso de la disbiosis, explicó el prestigioso científico, «es mucho más reciente y transformador». «Hemos pasado -asegurado- del desconocimiento de los detalles de las moléculas básicas del proceso al hallazgo de la relevancia de este fenómeno patológico en múltiples aspectos de la salud: desde la obesidad, la longevidad y el envejecimiento, al cáncer y la respuesta a la quimioterapia. En un trabajo de mi entonces brillante estudiante y ahora reconocida investigadora Clea Bárcena y otros miembros de nuestro laboratorio, publicado en ‘Nature Medicine’ en 2019, ya demuestran que es posible alargar la longevidad en modelos animales de envejecimiento normal y patológico mediante intervenciones en el microbioma. Además, con la ayuda de los investigadores de IPLA, se define la vida útil prolongada de las bacterias. Este tipo de trabajos son los que han determinado el estatus ascendente de algunos al procesos de claves del envejecimiento». Y, sin duda, apostilla, aparecerán más. De hecho, ya tienen «dos o tres en lista de espera».
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El objeto final de esta investigación es definir unas futuras estrategias específicas de intervención para ésta de las doce claves. «Por citar algunos ejemplos, la inestabilidad genética se puede empezar a frontar mediante los nuevos métodos de edición génica; los cambios epigenéticos, a través de la reprogramación celular con los factores de Yamanaka; y la disbiosis, por medio de una nutrición y un ejercicio físico adecuado o mediante la suplementación con componentes de la microbiota que favorecen la salud”, comenta Otín.
El investigador de la Universidad de Oviedo, que se encuentra de estancia temporal en un laboratorio de Paris, presente en otro estudio reciente, publicado en la revista «Cell Metabolism» y de nuevo junto a Kromer, el concepto de metaclaves en el ámbito de la biomedicina «Sus determinantes comunes a dos o más procesos biológicos o patológicos. En este caso los metaclaves del envejecimiento y el cáncer fueron aquellas moléculas o factores celulares que sus equivalentes en estos dos complejos procesos, pesa que la tendencia general es suponer que ambos son antagonistas en todos sus aspectos», reflexionó. Los científicos han identificado cuatro de estos mecanismos comunes entre la vejez y los tumores: las alteraciones epigenéticas, la inflamación crónica y la disbiosis.