La victoria es improbable, quizás inalcanzable. Si pocos creen que Ucrania pueda recuperar los territorios anexionados por Rusia, menos son todavía los que dan por vencedor a Vladimir Putin, de forma que pueda colocar un gobierno títere en Kiev y reintegrarla en el espacio postsoviético. Algo similar sucede en Oriente Próximo, donde se hace difícil imaginar que Benjamin Netanyahu liquide a Hamas y mucho más todavía que Hamas tenga posibilidad alguna de aplicar su programa de destrucción de Israel y de expulsión de los judíos del territorio donde viven entre el Jordán y el Mediterráneo.
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