El éxito o fracaso de la invasión rusa de Ucrania pasa por un barril de petróleo caro y con ello por Oriente Próximo. El presidente ruso, Vladímir Putin, ha hecho este miércoles un inusual viaje relámpago de un día a Emiratos Árabes Unidos y a Arabia Saudí, donde se ha reunido con los respectivos líderes, el jeque Mohamed Bin Zayed y el príncipe heredero Mohamed bin Salmán. Una breve gira oficial en la que el mandatario ruso ha abordado las guerras de Ucrania y la de Gaza, así como los estrechos vínculos económicos con los países del Golfo. El recorte en la producción de crudo realizado hace una semana por el cartel petrolero que lideran, la OPEP+, no ha logrado frenar la caída del precio del barril, y la cotización tiene un efecto dominó en la devaluada moneda rusa: este miércoles ha vuelto a superar los 100 rublos por euro por primera vez desde octubre. La gira tendrá un capítulo extra este jueves en Moscú, donde Putin recibirá al presidente iraní, Ebrahim Raisi.
El avión del presidente ruso despegó en la mañana del miércoles rumbo a Emiratos Árabes Unidos escoltado por cuatro cazas Su-35. “Recibimos permisos de vuelo especiales de los Estados sobre cuyo territorio se realizó el vuelo. Agradecemos a estos Estados su cooperación”, enfatizó el portavoz de Putin, Dmitri Peskov. El mandatario había salido pocas veces de Rusia desde la pandemia de coronavirus de 2020, pero desde que el Tribunal Penal Internacional dictó en marzo una orden de detención en su contra por la deportación ilegal de niños de Ucrania, sus viajes oficiales al exterior se han limitado a los socios de más confianza: China, Irán y varias exrepúblicas soviéticas en Asia Central.
Abu Dhabi fue la primera parada de Putin. Emiratos ha sido acusado por Estados Unidos de ayudar a Moscú a evadir las sanciones por la invasión de Ucrania al servir como puente para las exportaciones y transferencias financieras de terceros países. De hecho, el mandatario ruso manifestó durante su conversación con Bin Zayed que el volumen de negocio entre ambas naciones aumentó un 67,7% en el 2022, el primer año de la guerra.
El jeque emiratí saludó efusivamente al líder ruso. Ambos se reunían cara a cara por tercera vez en dos años, y en esta ocasión, Abu Dhabi ofreció un fastuoso recibimiento a Putin con la bandera rusa pintada en el cielo por sus aviones y un gran séquito de escoltas y jinetes a camello y caballo.
“Emiratos Árabes Unidos es el mayor socio comercial de Rusia en Oriente Próximo”, afirmó el jeque ante Putin, valedor de Abu Dhabi como socio externo de dos plataformas políticas clave para el Kremlin, los BRICS y la Organización de Cooperación de Shanghái. No obstante, esta nación del Golfo tampoco quiere renunciar a Occidente. Washington sancionó a varias empresas emiratíes a principios de noviembre, y pocas semanas después la agencia Bloomberg informó de que los bancos locales comenzaban a escrutar de forma más severa las transferencias rusas a través de sus cuentas.
Ni Moscú ni Abu Dhabi entraron en detalles sobre el contenido de las conversaciones de sus líderes. Si Bin Zayed hizo énfasis en la relación comercial en el saludo inicial, Putin puso el acento en la geopolítica e incluyó el papel de los países de la zona en el conflicto entre Israel y Hamás. “Discutiremos la situación de los puntos más conflictivos. En primer lugar, por supuesto, el conflicto árabe-palestino-israelí. Y por supuesto les informaré sobre el estado de la crisis ucrania”, manifestó Putin.
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La siguiente parada del mandatario ruso fue Riad. La relación saudí con el Kremlin es más fría que la emiratí, y lo primero que hizo Putin es invitar a Bin Salmán a Moscú. “Sin duda, estamos listos”, respondió el príncipe heredero.
Bin Salmán dijo a Putin que existen “grandes oportunidades de hacer juntos una importante labor que beneficie al mundo” y destacó que ambos países han “influido positivamente” en el fortalecimiento de la “seguridad regional”. Riad participó en el encuentro de ministros de Exteriores que Moscú celebró el 21 de noviembre junto con los diplomáticos de Palestina, Jordania, Egipto e Indonesia.
El apoyo de Riad en la OPEP+ es clave para Putin. Del precio del barril no solo depende la financiación de la invasión de Ucrania, sino de casi todo Gobierno, y la cotización sigue en caída libre, pese a que el cartel recortó de nuevo la producción en un millón de barriles diarios desde el pasado 30 de noviembre. Esta decisión no ha frenado el abaratamiento del crudo. Si el barril Brent valía hace una semana unos 83 dólares, este miércoles cerró su cotización en 76, casi un 25% menos que el umbral de los 100 dólares que rozó antes del ataque de Hamás a Israel el 7 de octubre.
El efecto mariposa de la depreciación del petróleo supone un duro golpe para los presupuestos del Kremlin. Pese al tope impuesto por Occidente al precio del barril, en el marco de las sanciones por la invasión de Ucrania, el sobreprecio del crudo de estos meses había aumentado la entrada de euros y dólares al país, divisas que a su vez son claves para financiar las importaciones. Al secarse de nuevo la entrada de divisas extranjeras, la moneda rusa ha vuelto a hundirse y ya supera los 100 rublos por euro, a pesar de las medidas poco ortodoxas adoptadas ya por el Kremlin para impedirlo. Entre otras, obligar a sus empresas a vender todos los euros y dólares en su poder para mejorar el tipo de cambio.
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