20.000 especies de abejas, de Estibaliz Urresola Solaguren, ha ganado los trofeos a mejor largometraje de ficción y el premio Cine y Educación en Valores en la 29ª edición de los premios Forqué, que entrega Egeda, la entidad de gestión de derechos intelectuales de los productores españoles del audiovisual. Este triunfo la coloca como máxima favorita a los Goya, donde además ya arranca con 15 nominaciones y por ello el título con más candidaturas. Desde 2015 los Forqué y los Goya solo no han coincidido en 2020, cuando en los Forqué ganó La trinchera infinita y en los Goya la mejor película fue Dolor y gloria.
En el apartado televisivo no hubo color: la serie La Mesías, de Javier Calvo y Javier Ambrossi, logró los premios a mejor serie de televisión, y Roger Casamajor y Lola Dueñas, los galardones a mejor actor y actriz respectivamente. En el escenario, los Javis hablaron de la libertad artística y de la necesidad de que los creadores estén a la altura de la industria y viceversa. “El arte debe cambiar vidas, así que gracias a quienes se dejan cambiar por él”, remató Calvo.
Urresola Solaguren estrenó 20.000 especies de abejas en la última Berlinale, donde su protagonista, Sofía Otero, obtuvo el Oso de Plata a la mejor interpretación protagonista. En los Forqué, la cineasta subió en dos ocasiones al escenario, por obtener los galardones a mejor película y Cine y educación en valores. La debutante en el largo (con Cuerdas ganó el Forqué a mejor corto el año pasado) incidió en su discurso en la sorpresa que se habían llevado, y que no se podía caer en la narrativa de “vencedores y vendidos” en el cine. “Vivimos una gran variedad artística, pero el sistema crea estas competiciones. Hagamos hueco para todas”, insistió, acompañada de sus productoras Valérie Delpierre y Lara Izagirre.
La gala recorrió en diversos vídeos el cine cómico español, entre otras razones porque en 2023 se ha cumplido el centenario del cineasta José María Forqué (Atraco a las tres, Usted puede ser un asesino, Un millón en la basura), que da nombre a los galardones. También recuerdos para Lola Flores, de la que también se ha celebrado el centenario de su nacimiento, y para las recientemente fallecidas Concha Velasco e Itziar Castro. Por desgracia, los números musicales no estuvieron a la altura en un escenario que se basaba en los cines de la Gran Vía madrileña.
Malena Alterio obtuvo el premio a mejor actriz protagonista en cine gracias a su personaje, una taxi driver madrileña embarrada en lo más absurdo y sublime de la cotidianidad española en Que nadie duerma, de Antonio Méndez Esparza. Tras agradecer el galardón al director y los productores, Alterio, que forma parte de una familia sublime de intérpretes, pidió “el final del bombardeo en Gaza, y la paz”, un llamamiento que ya habían apoyado numerosos compañeros en la alfombra roja, al portar una chapa que representaba una media sandía cortada. “En Palestina, donde es un crimen ondear la bandera de Palestina, se levantan mitades de sandía contra las tropas israelíes por el rojo, negro, blanco y verde de Palestina”, cuenta en su poema Oda a la sandía, a poeta estadounidense Aracelis Girmay, que explica el significado simbólico de esa fruta.
A Palestina también le dedicó el final de su discurso Javier Fesser, cuya Campeonex ganó un premio nuevo, el del público, que se votaba por internet entre las películas más taquilleras del año. El mejor actor fue David Verdaguer, por su Eugenio de Saben aquell, y siguiendo la línea de reivindicar la comedia, dedicó el premio a todos los cómicos y la gente que hace reír, “porque es una cosa muy seria”.
Robot Dreams, de Pablo Berger, que hace justo una semana ganó el premio a mejor película europea de animación, triunfó, como no podía ser menos, en su apartado. El documental Juan Mariné, un siglo de cine, de María Luisa Pujol, que recoge la vida de Juan Mariné, de 102 años, más de ocho décadas dedicado al cine como director de fotografía y restaurador, y que curiosamente recogerá el próximo Goya de Honor.
El trofeo a mejor cortometraje lo obtuvo Aunque es de noche, de Guillermo García López, que subió al escenario con sus productores y sus dos protagonistas, dos chavales de la barriada madrileña de la Cañada Real, donde 8.000 personas que viven a ambos lados de una antigua vía pecuaria de 16 kilómetros, a muy pocos minutos en coche del centro de Madrid, “siguen por cuarto invierno sin electricidad”, como bien recordó el director desde el escenario. Aunque es de noche se estrenó en el concurso del pasado festival de Cannes. El galardón a mejor película latinoamericana lo ganó la chilena La memoria infinita, de Maite Alberdi, documental que ha reventado la taquilla en su país y que ha ido ganando numerosos premios internacionales (fue Gran Premio del Jurado en Sundance en enero) con su retrato de cómo el alzhéimer devora durante ocho años al periodista Augusto Góngora, a quien en todo momento cuida, apoya y ama su esposa, la actriz y ex ministra de Cultura Paulina Urrutia.
Finalmente, la medalla de Oro de Egeda, que homenajea cada año a un productor por su carrera, fue en esta edición para Eduardo Campoy.
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