Beyoncé se lanza a experimentar con el ‘country’: mujer, negra y tejana en territorio inexplorado | Cultura

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Aunque Beyoncé sea una estrella global, conocida por sus temas bailables, sus grandes baladas, sus coreografías, sus brillos plateados y sus looks impecables, hay algo que resulta inapelable en ella como persona y como artista: que es tejana. Nacida en Houston, hace 42 años, la cantante ha pasado por todos los géneros que ha querido, jugando con el pop más comercial en su juventud —especialmente junto a su banda Destiny’s Child— y tocando y experimentando con multitud de géneros, especialmente el R&B. Pero había algo que se le escapaba y que estaba muy dentro de ella: el country. El domingo por la noche cubrió ese hueco.

Beyoncé aprovechó una audiencia de 110 millones de personas para contar su historia. La Super Bowl, que se celebró en Las Vegas y se retransmitió en todo el mundo, es un partido de fútbol, pero también una inmensa valla publicitaria en la que el intermedio (este año con Usher como protagonista) y los anuncios (a razón de siete millones de dólares por 30 segundos de emisión) son claves. En una de esas pausas apareció Beyoncé anunciando una compañía de telefonía y bromeando acerca de cómo “romper internet”, convirtiéndose en presidenta del país, en Barbie o en ser la primera en actuar en el espacio; al final del anuncio se daba cuenta de que solo podía lograrlo lanzando nueva música. La broma se podía haber quedado ahí… pero en menos de media hora colgaba en sus redes sociales un vídeo de apenas un minuto anunciando nuevo disco, el que será la segunda parte de la anunciada trilogía de Renaissance. La fecha de lanzamiento: el 29 de marzo.

En las imágenes se la escuchaba cantar apenas 10 segundos, pero después colgaba otra fotografía para anunciar que ya lanzaba dos canciones: Texas Hold ‘Em y 16 Carriages. La primera se pudo escuchar en Spotify; la segunda solo en Tidal, la plataforma musical que pertenece, entre otros, a su marido, el empresario y músico Jay Z. En menos de una hora, Texas Hold ‘Em veía la luz y también se comprobaba que la estética tejana de la artista en las imágenes para anunciarla y la palabra Texas del título tenían sentido. La reina del pop (o la madre, como diría la generación zeta) se ha metido de lleno en el country, un género prácticamente inexplorado para ella.

Lo primero que se escucha en la nueva canción de Beyoncé es un banjo. Un instrumento muy identificable y perteneciente al mundo del country. La letra no deja lugar a dudas: la artista cita a Texas y habla de tornados, whisky, botas, espuelas; un paso a la derecha, un paso a la izquierda… No se sabe cuántos temas tendrá este segundo acto de Renaissance (serán tres álbumes, como ella contó al lanzar el primero, hace dos años; llevaba seis sin nuevo álbum) ni cómo de importante será en él el country, pero su primer single es toda una declaración de intenciones, tanto en su título como en su sonido y su estética; también en sus colaboradores.

Quien toca el banjo es Rhiannon Giddens, una conocida música, pero sobre todo una educador en cuanto a la importancia de este instrumento de cuerda como parte original de la comunidad negra y del que luego, como defiende, se apropió la comunidad blanca para hacer country, un género que durante décadas ha pertenecido exclusivamente a los blancos y donde los negros han tenido muy escasa cabida. Beyoncé ha escogido a Giddens por algo más que por su maestría con el instrumento, y sabe de la importancia del mensaje. Y aunque 16 Carriages sea más pop, para ella cuenta con otro importante músico negro, Robert Randolph, que además de tocar la guitarra pedal steel tiene una potente banda de góspel.

Hasta ahora Beyoncé solo había explorado este sonido en una canción, Daddy Lessons (dentro de su álbum Lemonade, en 2016), que tiene un punto country, pero también de música sureña, con un arranque de instrumentos de aire que le dan un toque muy Nueva Orleans. La de Houston hizo una versión con la banda The Chicks, también tejanas, de Dallas, con quienes la cantó en directo en los premios de la música country de ese año. Era otro momento de su carrera, y apareció sobre el escenario con un gran vestido transparente de grandes mangas de tul y collares de perlas.

Para la estética de estas canciones, en cambio, se acerca mucho más al country clásico: en el vídeo corto y en las dos fotografías (tanto la de Texas Hold ‘Em como la de 16 Carriages, que es una balada más clásica) aparece con sombreros de ala ancha. Una imagen similar a la que lució en los Grammy la semana pasada, que daba una pista que pocos captaron sobre este álbum y que vieron como un guiño, sin más, a sus orígenes. El ascendente de Texas es poderoso en Estados Unidos. Es el segundo Estado más grande (después de Alaska) y el segundo más poblado (con 30 millones de habitantes, solo después de California, con casi 40), y su música, costumbres, comidas y estilos imperan en todo el sur.

Beyoncé y Jay-Z, en los Grammy de 2024, el 4 de febrero en Los Ángeles, California.Kevin Mazur (Getty Images)

Todo parece indicar que Beyoncé será un poderoso revulsivo para el género. El country es un tipo de música particular: tiene sus propias emisoras y sus propios premios, una demarcación territorial, un léxico y un estilo propios. O se ama, o se odia. El hecho de que una de las mayores estrellas del pop de los últimos tiempos venga a sacudirlo desde dentro y también a darle mayor visibilidad puede ser todo un orgullo o una bofetada para los de Nashville. Tampoco es desdeñable que esa artista sea, además, una mujer. En los últimos casi 40 años, el premio más importante de los Country Music Awards, el de Entertainer of the Year (algo así como “entretenedor”, personaje, del año), solo lo han ganado cinco mujeres: en 1986, Reba McEntire (quien precisamente el domingo cantó el himno nacional en la Super Bowl), y este pasado 2023 Lainey Wilson. Entre medias están Shania Twain, en 1999, y las Dixie Chicks en 2000. Y también, en 2011, Taylor Swift. La estrella del pop empezó su carrera en el country y desde ahí evolucionó al pop y a otros géneros. Beyoncé está haciendo ahora el viaje de vuelta. Aunque habrá que esperar hasta marzo para ver su completa evolución en este territorio inexplorado.

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