Un hombre muy serio custodiaba el solitario pabellón de Siria en la última edición de Fitur, la feria internacional de turismo más prestigiosa de España, celebrada el pasado enero en Madrid. Desde su garita, promocionaba el país como “una experiencia totalmente segura”, restando importancia a que lleva 13 años en guerra. Pero su gesto adusto se tornaba en auténtico enfado en cuanto se le preguntaba por Cham Wings Airlines, una aerolínea privada anunciada en uno de sus expositores que supone un ejemplo de cómo las mafias que trafican con personas consiguen sortear los controles europeos. Porque Cham Wings ha sido investigada por Frontex y sancionada por la UE por apoyar al régimen del dictador Bachar al Asad, responsable de la muerte de más de 600.000 ciudadanos sirios desde su violenta represión de la revolución de 2011. Después de más de una década de conflicto, 12 millones de sirios siguen desplazados en países vecinos y Europa por la violencia, la pésima situación económica y la inseguridad.
La agencia europea de fronteras (Frontex) lleva tiempo siguiendo el rastro de Cham Wings por su implicación en una red que trafica con migrantes sirios y bangladesíes desde Damasco y Dacca hasta Bengasi, en el este de Libia, para después introducirlos irregularmente en la Unión Europea por Italia, a donde pueden llegar en solo cinco días. “Es el servicio más efectivo que se ha registrado hasta ahora”, afirma un informe interno de 2022 de la agencia, cuando la nacionalidad siria era la tercera más numerosa que cruzaba el Mediterráneo. Frontex entonces también vaticinó un aumento en las entradas irregulares de sirios en la UE. Acertó: en 2023, Siria fue la nacionalidad mayoritaria (32.881 personas), una cifra que no se había visto desde la crisis de los refugiados de 2016.
Cham Wings ya fue sancionada en 2016 por EE UU por blanquear dinero y apoyar al régimen de Al Asad, y en 2021 por el Consejo Europeo, acusada de trasladar migrantes a Bielorrusia, pero salió en julio de 2022 porque esos vuelos cesaron. El pasado 24 de enero volvió a entrar en la lista negra, en esta ocasión por facilitar el contrabando de mercenarios, estupefacientes y armas entre Damasco y Bengasi.
Las sanciones impuestas a Cham Wings consisten en la inmovilización de activos y la prohibición de viajar a territorio comunitario en el caso de las personas físicas, y la prohibición de hacer negocios en el caso de las compañías. Pero la aerolínea no ha sido la única sancionada. Esta empresa forma parte de un conglomerado que incluye unas entidades llamadas ALDJ Group, Al Tayr Company y Freebird. Entre ellas forman una red que hace fortuna facilitando los viajes de migrantes sirios, desesperados por vivir en paz, y que operan bajo la batuta de un misterioso individuo llamado Mahmoud Abdulilah Al Dj, también incluido en la lista. Poco se sabe de él, más allá de lo que cuenta en sus redes sociales, donde se presenta como un “empresario e inversor” de 40 años y doble nacionalidad siria y libia. Las escasas fotos que comparte muestran a un tipo bien parecido, de barba cuidadosamente recortada, ropa de calidad, y semblante triunfador.
Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete
Pero algunas investigaciones como la del Grupo de Estudios Estratégicos Omran o las de varios medios de comunicación cuentan otras versiones de Al Dj: la de un presunto delincuente que maneja los hilos de esa red de empresas gestadas para traficar con seres humanos. La de un narcotraficante de hachís y captagón (un tipo de anfetamina) sobre el que pesa una condena a muerte en Libia por tratar de introducir un cargamento de droga. El propio Consejo Europeo le acusa de utilizar sus empresas para organizar el transporte de cualquier mercancía que le dé dinero, ya sea legal o no, desde drogas a mercenarios, y de recurrir a los vuelos chárter de Cham Wings para ello.
Al Dj niega todas las acusaciones, también las relativas a su condena en Libia. Mediante un correo electrónico, indica a EL PAÍS que se opone a las que considera unas “sanciones injustas que carecen de los mínimos fundamentos de objetividad y equidad”.
El destino de los clientes de Al Dj es el este de Libia, un territorio desde el que en los últimos tiempos han proliferado las salidas clandestinas a través del Mediterráneo con destino a Italia. Está dominado por Jalifa Hafter, el poderoso señor de la guerra con el que la UE y algunos Estados europeos como Italia o Malta quieren negociar para frenar la inmigración irregular. Una investigación de EL PAÍS y Lighthouse Reports reveló evidencias de esa floreciente actividad, cuyos responsables actúan bajo la protección de la familia Hafter.
Dos sirios que han hablado con EL PAÍS con nombres ficticios por razones de seguridad viajaron en aviones de Cham Wings desde Damasco a Bengasi. Ahmed Nasser, de 25 años, abandonó su país después de que varios amigos y familiares fueran asesinados. Contactó con un intermediario de Deraa, la ciudad que supuso la cuna de la revolución de 2011 y de donde procede la mayoría de sirios que emigra. Este le reservó billetes en la agencia de viajes Al Tayr, propiedad de Al Dj. Voló en un avión de Cham Wings. “Los uniformes de las azafatas, los logos del reposacabezas… Todo era de Cham Wings”, recuerda Nasser.
Omar Al Hariri, de 44 años, quería solicitar asilo en Europa; el Gobierno le había arrestado ya dos veces y temía una tercera. “Sufrí todas las formas de tortura. Cuando entré pesaba 120 kilos y cuando salí había bajado a 60″, cuenta por teléfono. Al Hariri compró su billete en una oficina de cambio de moneda local, que a su vez lo adquirió también a través de Al Tayr: “Pagué 1.550 dólares [1.440 euros] por el ticket y el sello del pasaporte en Libia”, agrega.
El relato de Nasser y Al Hariri con Cham Wings es recurrente en distintas investigaciones en torno al tráfico de migrantes. En su informe de 2022, Frontex confirmó que las redes criminales estaban utilizando un modus operandi particular. “Están aprovechándose de vuelos organizados por aerolíneas muy conocidas que operan al borde de la legalidad”, indicaba el documento. La aerolínea se embolsa 1.500 dólares (1.400 euros) por pasajero.
Frontex señala que Cham Wings es quien opera estos vuelos chárter, que salen casi a diario. La web de la empresa, no obstante, no ofrece billetes de Damasco a Bengasi; da igual en qué fecha se busque, pues invariablemente se encontrará un “no disponible”. La información recogida de las redes sociales sugiere que los tickets se venden solo a través de una agencia de viajes particular y pagando en efectivo. Esta información confirma los testimonios obtenidos por Frontex.
Nasser y Al Hariri describen cómo los facilitadores se llevan los pasaportes de los migrantes y reservan vuelos para ellos desde Damasco con destino a Bengasi y también refieren que tras aterrizar no vieron un control de fronteras adecuado: “Los oficiales libios anotaron los pasaportes y los nombres en un cuaderno y nos dejaron pasar”, dicen. Según Frontex, al llegar a Libia los refugiados son asignados a otros contrabandistas, que los ocultan en casas o naves.
Luego los transportan hacia la costa, desde donde zarpan grandes buques pesqueros para introducir clandestinamente inmigrantes de Libia a Italia. Este fue uno de los principales modus operandi en este corredor en 2023, con precios entre los 3.000 y 4.000 euros por pasajero, según Frontex. Uno de ellos fue el Adriana, aquel barco atestado que naufragó el pasado junio en el Jónico y que dejó más de 650 muertos.
Otra investigación del panel de expertos para Libia del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas identificó al menos 188 vuelos hacia Bengasi entre enero de 2021 y marzo de 2022, así como numerosas pruebas que demostraban que esta también transportaba combatientes sirios desde y hacia esa ciudad. En 2021, la compañía aérea se embolsó cerca de 40 millones de euros, según el panel. En 2023, Cham Wings cubrió esa ruta en 83 ocasiones, según datos de Flight Radar.
EL PAÍS se puso en contacto con Cham Wings por correo electrónico. Un portavoz alegó que la empresa sirve como “puente aéreo humanitario” para los iraquíes y sirios desplazados. “La vocación humanitaria de Cham Wings ya ha sido demostrada anteriormente, rectificando y desechando la entidad [el Consejo Europeo] a la que mencionan”, afirma.
En la trama hay una tercera entidad implicada. Se llama Al Tayr y el mismo Al Dj se identifica como su director general en LinkedIn. Al Tayr no está sancionada, pero figura en una investigación de la policía española y otros servicios de inteligencia europeos de otra red de tráfico humano que la emplea para “la captación, gestión y cobro de los traficantes, principalmente sirios”. Otra evidencia son las reservas de los vuelos de los ciudadanos entrevistados, gestionadas por Al Tayr y en los que se distingue su logo. Los números de teléfono impresos figuran en los informes policiales.
Mientras aumentan las sospechas sobre Cham Wings, esta se esfuerza en lavar su imagen, no solo en Fitur. En octubre acudió a la 15ª Conferencia Global de Ayuda Humanitaria organizada en Estambul por el Programa Mundial de Alimentos (PMA), que ya fue criticado en 2021 por emplear esta aerolínea: firmó un contrato —por valor de unos 480.000 euros— en 2020 por el flete de un avión para transportar suministros médicos “ya que era la única opción viable”, explica un portavoz. Sobre la presencia en la conferencia de Estambul y en otras ediciones anteriores del mismo evento, el mismo interlocutor indica que el PMA no tiene autoridad para tomar decisiones sobre los expositores o los oradores previstos. Este periódico ha preguntado también a la organización del mismo, sin éxito.
Al Dj sigue vendiéndose como un limpio hombre de negocios. Mantiene abiertas las cuentas de sus empresas en redes sociales y ofrece viajes a pesar de que luego no se puedan comprar. La imagen de un empresario triunfador es la que ofrece al mundo alguien considerado responsable de llenarse los bolsillos a costa del sufrimiento de sus compatriotas.
Sigue toda la información internacional en Facebook y X, o en nuestra newsletter semanal.
Suscríbete para seguir leyendo
Lee sin límites
_