El románico portugués, el arte que se saltó la Raya, ya tiene su enciclopedia | Cultura

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Los creadores del románico tenían un ojo en la eternidad y otro en su tiempo. El que les tocó vivir fue convulso. Las desavenencias políticas, religiosas o familiares acababan a menudo en guerras que modificaban las fronteras. Portugal se convirtió en un reino independiente en 1139, cuando Afonso Henriques elevó la condición del antiguo condado y rompió por completo con gallegos y leoneses. El nuevo país trazó sus límites geográficos, pero la arquitectura siguió hermanando a los antiguos compatriotas. “El románico no entiende de fronteras. El que se encuentra en el norte de Portugal tiene mucho parentesco con el gallego tanto en el uso de materiales graníticos como en la existencia de iglesias pequeñas con tres portadas en un intento de ofrecer una monumentalidad mayor”, observa el historiador Jaime Nuño, director del Centro de Estudios del Románico de la Fundación Santa María la Real.

Este románico galaico-portugués que se encuentra en la mitad norte del país es una de las singularidades que Nuño ha encontrado durante la elaboración de los trabajos para la Enciclopedia del románico en Portugal, un proyecto que aglutina todo el conocimiento disperso y localizado que existía hasta ahora, además de aportar estudios nuevos. Los tres tomos de la obra, que se publican en portugués, recogen cerca de 300 muestras del estilo medieval, presentes en castillos, catedrales, puentes, códices, pinturas, orfebrería o tallas. El lunes 6 serán presentados en Madrid en la Fundación Ramón Areces, que ha apoyado financieramente el proyecto realizado entre la fundación española y la Universidad de Oporto.

“El románico portugués es muy particular por la condición geográfica periférica, lo que no quiere decir que sea una periferia artística. Se desarrolló de forma más tardía y duró más, se construyó más allá de su tiempo”, apunta Leonor Botelho, profesora e investigadora de la Facultad de Letras de la Universidad de Oporto, que ha coordinado los trabajos realizados durante cinco años por una veintena de especialistas de las universidades de Oporto, Coimbra y Nova de Lisboa. El proyecto contó con el respaldo de varias instituciones públicas portuguesas como la Dirección General de Patrimonio.

De la importancia del románico portugués da fe la capilla circular construida por la Orden del Temple en Tomar a su regreso de las cruzadas y que se inspira en el Santo Sepulcro de Jerusalén. “Es una maravilla, uno de los elementos más emblemáticos del románico ibérico y de todo el arte portugués”, elogia Jaime Nuño.

Arcos y bóveda octogonal de la charola del convento de Cristo, en Tomar (Portugal), declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.FUNDACIÓN SANTA MARÍA LA REAL

El convento de Cristo de Tomar, al que pertenece la charola octogonal, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1983. El castillo donde se encuadra el convento comenzó a construirse el 1 de marzo de 1160, apenas dos décadas después de la declaración del nuevo reino de Portugal, por orden de los templarios, que habían recibido las tierras de Afonso Henriques tras ser reconquistadas a los árabes. En el conjunto monumental, que incluye varios edificios civiles y religiosos, trabajaron algunos de los mejores arquitectos y artistas de diferentes épocas, ya que no se concluyó hasta el siglo XVII, lo que hizo que incorporase elementos manuelinos y renacentistas. Tras la extinción templaria decretada por el papa Clemente V, la rama portuguesa se transformó en la Orden de Cristo.

En paralelo a la afirmación del nuevo reino se sucedieron los encargos del románico, realizados por reyes, señores feudales y grandes monasterios. Los principales impulsores de su expansión fueron, además de Afonso Henriques y Sancho I, las órdenes cisterciense y benedictina, según Botelho. Los primeros testimonios proceden de la segunda mitad del siglo XII y se adentran incluso en los primeros años del XV, que le da una preeminencia durante varios siglos que no se dio en otros países, según la coordinadora de la enciclopedia portuguesa. “Hay una especie de románico de inercia hasta el siglo XIV”, sostiene Nuño.

Rosetón románico del monasterio del Salvador, en Paço de Sousa (Portugal).
Rosetón románico del monasterio del Salvador, en Paço de Sousa (Portugal).FUNDACIÓN SANTA MARÍA LA REAL

Una de las singularidades del románico portugués es la presencia de memoriales cerca de algunas poblaciones. “Son monumentos funerarios construidos en las afueras dedicados a algún personaje importante, que a veces no se sabe quién es”, señala Jaime Nuño. El historiador observa también diferencias en el paisaje. Mientras en España es un arte rural, presente en localidades y ciudades pequeñas, en Portugal se encuentra en los lugares con mayor concentración humana. Esto hace que los peligros que acechan al románico en cada país no coincidan del todo. Si en España el abandono y la despoblación son el riesgo, en Portugal lo son la presión demográfica y urbanística.

La Enciclopedia del Románico es un proyecto iniciado hace más de tres décadas por la Fundación Santa María la Real, fundada por el arquitecto y dibujante José María Pérez Peridis, que ha permitido catalogar 9.000 testimonios que se recogen en 58 volúmenes. Con los tomos portugueses casi se ha completado la mirada al conjunto de la península Ibérica, aunque están pendientes de publicar las obras sobre Girona y Lleida, previstas para 2024. Además, la fundación quiere iniciar el estudio del románico en Andorra. Una de las grandes aportaciones de la obra es su visión global. “El románico se ha estudiado mucho en todos los países, pero casi siempre de una manera dispersa. Lo nuevo de la enciclopedia es que ofrece un estudio unificado y de conjunto”, valora Jaime Nuño.

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