Plantas que crecen durante el invierno para ofrecer sombra en verano. Paneles solares que captan energía y comparten la sobrante con una comunidad de vecinos (la escuela, un bloque de viviendas, un edificio de oficinas). Energía geotérmica, que construye un sobre bioclimático y mantiene una temperatura de confort durante todo el año dentro de un edificio rehabilitado. Aislamiento de viento y ruido. Agua de lluvia reciclada y almacenada… El 17, en el madrileño barrio de Delicias, se convertirá en breve en la sede de la Fundación Carassso, creada por Daniel Carasso y Nina Covo, para cuidar la alimentación sostenible y el arte.
Sus arquitectos, la suma de los estudios Husos, Elii y Ultrazul (Carlos Palacios, Eva Gil, Manuel Pascual, Diego Barajas, Camilo García, Julia L.Varela y Uriel Fogué) han colaborado para que el futuro centro –la rehabilitación de un edificio industrial- sea sostenible material, energética y socialmente hablando. Pero hay más, han ideado también un sistema de gestión que incluye becas, producción sostenible de comida y arte comunitario. Y parte de los jardines verticales de la fachada, y de la cubierta, proporcionarán, también, un aumento de la biodiversidad de la zona.
El inmueble rehabilita el 95% de la estructura original de la nave. Y, cuando esté en uso, ofrecerá al barrio espacios multiuso para organizar talleres, reuniones, cursos, exposiciones y para hacer, del edificio, también un espacio público. El resto del proyecto: la fachada vegetal, los biomateriales de los acabados y los elementos reciclados harán de él un inmueble en el que todo, energía, materiales y usos, consigue una circularidad total. Fue esa idea total de la sostenibilidad lo que hizo a los arquitectos merecedores del Premio de oro Holcim, al edificio más sostenible que se está construyendo en Europa.
Creados en 2004, los Premios de la Fundación Holcim eligen intervenciones paisajísticas, espacios públicos y edificios asiáticos, latinoamericanos, norteamericanos, europeos y africanos y apuestan por los más prometedores desde el, o los, puntos de vista de la sostenibilidad. No basta con reciclar (agua o materiales), con aislar, con acumular y compartir agua y energía, es necesario también que los proyectos consideren la inclusividad, de los ciudadanos y las etnias. La sostenibilidad social es tan básica como la energética. Es parte de una misma sostenibilidad del planeta.
En Asia, el esfuerzo por conservar el patrimonio ha merecido premio. DnA Design and Architecture se hizo con el galardón de oro por el rescate de un edificio tradicional de tierra, un Tulou, en Zhangzhou, Fuijan.
La sostenibilidad se desdobla desplegando aspectos como la relación con el medio ambiente, con la fauna o con la naturaleza. En Latinoamérica, el galardón de oro fue para el proyecto de rehabilitación urbana que propone transformar un antiguo vertedero en instalaciones deportivas, sociales y de educación ambiental. De la mano de Cano Vera/ Arquitectura, el urbanismo de Utopía Estrella quiere llevar sostenibilidad social a Iztapalapa, en Ciudad de México.
Los jurados, uno por zona mundial, de estos premios de altísima dotación económica estuvieron presididos por las arquitectas Tatiana Bilbao, Lesley Lokko y Belinda Tato así como Craig Dykers y Manit Rastogi. Y, reunidos en Venecia, explicaron que puede que la mejor noticia que ofrezcan estos galardones sea que de las 2.380 solicitudes, provenientes de 114 países, 500 cumplían los criterios de participación: la idea holística de la sostenibilidad establecida por las bases del concurso. Esto es importante para divulgar, y aclarar, lo que es la construcción sostenible. La circularidad de los materiales, la gestión energética, la conservación de la memoria, la reutilización de los inmuebles, la relación entre comunidades todo forma parte de una idea de una construcción rehumanizada que va más allá de la inversión económica.
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