Muere el artista Carl Andre, pionero del minimalismo, a los 88 años | Cultura

Share

El artista Carl Andre, pionero del minimalismo y poeta de la austeridad, murió este jueves a los 88 años en Nueva York. Su trayectoria como uno de los nombres centrales del arte estadounidense del siglo XX se vio empañada por la acusación de haber asesinado a su esposa, la artista cubana Ana Mendieta, en 1985. Sería absuelto tres años después por falta de pruebas, aunque las inciertas circunstancias de su desaparición, tras caer al vacío desde el 34º piso de su domicilio, al sur de Manhattan, mancharon su reputación hasta el día de su muerte, en una unidad de cuidados paliativos. Nunca dejó de ser expuesto y formó parte de las mayores colecciones del mundo, pero cada inauguración de sus muestras vino acompañada de protestas de colectivos feministas en memoria de su mujer. “Carl Andre está en el museo. ¿Dónde está Ana Mendieta?”, rezaban sus pancartas.

Con la muerte de Andre desaparece uno de los últimos supervivientes de la generación de minimalistas que cambiaron la historia del arte del siglo XX, como Donald Judd o Robert Morris. Todo ellos impulsaron un estilo y un lenguaje formal situados en las antípodas de la monumentalidad heroica de los popes del expresionismo abstracto de la generación anterior, como Jackson Pollock o Mark Rothko, prefiriendo la austeridad, el rigor y la simplicidad de las formas. Nacido en Quincy (Massachusetts) en 1935, hijo de un emigrante sueco que trabajó como delineante naval, Andre se formó gracias a becas en distintos centros académicos de prestigio, en los que descubrió que su talento para la pintura y el dibujo eran casi nulos, por lo que se orientó hacia la escultura.

Andre abogó por un arte “casi neolítico”, sin significados ocultos ni subtextos intelectuales, que apostaba por geometrías sencillas que colocaba a ras de suelo, en pilas, pirámides y otras formas

No practicaría esa disciplina con ortodoxia. Sus piezas usaban materiales industriales no alterados, como acero, aluminio, granito, madera o ladrillos. Con ellas construía estructuras geométricas sencillas que colocaba a ras de suelo, en pilas, pirámides y otras formas. Sus influencias eran múltiples. Le marcó una visita a Stonehenge cuando tenía 19 años, que originó su idea de crear un arte “casi neolítico”, sin significados ocultos ni subtextos intelectuales. También el frote con la obra de Frank Stella, con quien compartió estudio en el efervescente Soho de los cincuenta (y que acabaría pagando su fianza y su defensa legal tres décadas más tarde), le permitió entrar en contacto con los círculos de vanguardia en Nueva York. Nunca le gustó, pese a todo, que le llamaras minimalista, prefiriendo el término, más poético y un tanto ampuloso, de matterist o “artista de la materia”.

Su primera exposición en solitario tuvo lugar en 1965 en una galería neoyorquina, seguida de otra en el Jewish Museum de Nueva York en 1966 y de una participación destacada en la Documenta de Kassel, en 1968. En 1970, el Guggenheim de Nueva York le dedicó su primera gran retrospectiva, convirtiéndolo en uno de los nombres centrales del arte estadounidense. Pese a todos los honores, Andre mantuvo una relación complicada con el mercado, la prensa especializada y el resto de sistemas de legitimación del sector. Instó a los artistas a no fichar por ninguna galería, a no conceder entrevistas y a exponer solo para amigos y colegas, aunque luego no siempre predicase con el ejemplo. Su ideología izquierdista se transparentaba también en su sempiterno mono azul, que llegó a vestir en el juicio por el supuesto asesinato de su mujer. Solía decir que no lo lucía por su filomarxismo sino para ocultar su barriga.

Carl Andre, en la inauguración de una exposición en la Whitechapel Gallery de Londres, en 1978.Evening Standard (Hulton Archive/Getty Images)

La muerte de Mendieta, acontecida solo ocho meses después de su matrimonio, perjudicó su reputación, pero no lo dejó fuera de circulación en el mundo del arte, donde siguió siendo celebrado por los mayores museos del mundo. Pero, pese a ser absuelto, nunca se desprendió de la sombra de esa acusación, en gran parte por las versiones contradictorias que dio sobre la desaparición de su esposa. En un primer momento, Andre sostuvo que Mendieta se había tirado por la ventana durante una discusión, cuando él la persiguió por su apartamento y ella acabó saltando al vacío. Más tarde, dijo a la policía que Mendieta se había acostado después dicha pelea y que, cuando él entró en el dormitorio, se encontró con la cama vacía y la ventana abierta. Según los abogados de Andre, se habría suicidado o caído accidentalmente. Tenía 36 años.

En los últimos años, Andre protagonizó grandes exposiciones en el Museo de Arte Moderno de París en 2010, el Dia de Nueva York en 2014 —en una muestra que después viajó al Palacio de Velázquez, en Madrid— o el MOCA de Los Ángeles en 2017. Su obra forma parte de colecciones como las del MoMA de Nueva York o el Centro Pompidou de París. Además, participó en la Bienal de Venecia de 2013. El prestigio de Mendieta, que fue menor durante su vida, también se ha incrementado en los últimos años, cuando muchos museos han prestado atención a su obra. Precisamente, el Musac de León inaugura este sábado una muestra dedicada a Mendieta que podrá visitarse hasta el 19 de mayo.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.

Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal

RECÍBELO

You may also like...