Sofía Vergara: “Mis tetas me abrieron todas las puertas, pero sigo dentro porque no temo al riesgo y trabajo como nadie” | Televisión

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Los clientes que tomaban el cóctel de mediodía el pasado lunes 8 de enero en el lobby del opulento hotel Four Seasons de Madrid no tenían ni idea de la coreografía que se ejecutaba una planta más arriba. Una corte de asistentes llevaba una hora preparando hasta el mínimo detalle del encuentro —sobre todo, de la foto— de este periódico con Sofía Vergara, hospedada en la casa y que se hacía esperar un poco más de la cuenta, como corresponde a una estrella internacional de su altura. Ahora, cuando por fin llega, la Vergara apabulla. Qué ojazos, qué pelazo, qué bocaza, qué vozarrón, qué risa, qué todo. Vestida con una camisa y un pantalón gris satinados, con el punto justo de tensión para revelar los volúmenes de la portadora sin estallar en el intento, Vergara no parecía tener prisa, pero tampoco pausa. Nos despedimos tan amigas sobre las tres de la tarde y, aunque no constaba si ya había almorzado, unas horas después, se cenaría vivo a Pablo Motos en el programa El hormiguero, toreando con sus ácidas respuestas las rancias preguntas del presentador. Intentamos recabar la opinión de Vergara sobre el asunto al día siguiente. No fue posible. La diva estaba ya a otra cosa. Antes, nos había dejado dicho esto.

En ‘Griselda’ encarna a Griselda Blanco, una jefa del narcotráfico ¿Cuánto respeto le impuso?

Ahora están de moda las mujeres empoderadas, pero, cuando me llamó la atención la historia para producirla, hace 12 años, no tanto. Fue precisamente eso lo que me sedujo. Que la jefa fuera una mujer que tuvo que volverse peor que cualquier hombre para ser mejor de todos ellos.

¿Eso es también empoderarse?

Griselda fue una mujer bien cabrona. Es que las mujeres no somos santas ni perfectas. Lo interesante y complejo es que esta mujer tenía hijos, amigos, empleados. Era leal con unos e implacable con otros. Fue degenerando con el poder, el miedo, la ambición y las inseguridades. Igual que un hombre. Ni más ni menos.

¿Preparaba a la malvada Griselda mientras interpretaba a la divertidísima Gloria Pritchett en ‘Modern Family’?

Sí. Tuve un éxito enorme con Modern Family. Desde el primer episodio me volví famosa en todo el mundo, pero soy una latina que no parece tan latina, y no tengo las mismas oportunidades que los actores americanos. No me estoy quejando, sería una ingrata, he hecho mucho más de lo que soñaba, pero me cuesta más encontrar papeles. No puedo hacer de científica, o de jueza tal como me veo. Entonces, decidí buscarme la vida.

¿No puede hacer de científica?

A ver, ser realista no tiene nada de malo. Cuando yo empecé en Modern Family, hace 15 años, aún me veía mucho más exagerada de lo que ves ahora. No digo que no haya científicas así. Pero esos papeles no están para alguien como yo. Cuando supe de Griselda, quise hacerla. Porque era colombiana, porque era mujer, porque viví el drama del narcotráfico, porque mi hermano Rafael fue parte de ese negocio y lo mataron en 1996. Por todo ello, supe que podía hacerlo. Y lo he hecho cuando conseguí que confiaran en mí para hacerlo. Conseguí que me dieran la pasta porque ya había sido Gloria Pritchett, ya era Sofía Vergara.

¿No teme que se interprete que la serie banaliza la violencia del narcotráfico?

No es que estemos inventando nada. Esa es la historia de mi país. Todo eso pasó. Los colombianos somos sobrevivientes. Vivimos una época y unas circunstancias terribles. Nadie se está riendo de nadie ni está justificando nada.

Sofía Vergara, en uno de los restaurantes del hotel Four Seasons de Madrid.Bernardo Pérez

En ‘Griselda’, los hombres aluden a “las tetas y el culo” del personaje como claves en su éxito. ¿Le suena eso a usted, Sofía?

Pero, claro. Sería absurdo negarlo y que eso me hiciera sentir mal. Al revés, estoy agradecida con la vida. A mí estas tetas gigantes y este cuerpo me abrieron todas las puertas, fue mi pasaporte al mundo con 20 años, cuando empecé como modelo, pero hoy tengo 51 años y sigo dentro.

¿Cómo? ¿Por qué?

Porque no le temo al riesgo, trabajo como nadie, tengo personalidad, siempre he estado vigilante a lo que había fuera y no he tenido miedo. Hay mujeres más bonitas, más jóvenes, con más tetas y más cuerpo que yo, pero yo sigo dentro porque he demostrado que puedo quedarme. No hago neurocirugía, solo entretenimiento, y lo peor que me puede pasar es que digan que salgo fea o que esta burra no sabe actuar. Puedo soportarlo.

¿Cuándo se dio cuenta del efecto que su aspecto causaba en los demás?

Muy jovencita, desde el instituto, todos los chicos querían estar conmigo. No es que eso me hiciera sentir mejor, pero te das cuenta de que te tratan diferente. Desde muy joven sé mis fuertes y los aprovecho. Pero si solo ves mis tetas, entonces el problema es tuyo.

En ‘Griselda’ actúa su compatriota Karol G., como parte de la banda de mujeres que monta la ‘jefa’. ¿Es usted también tan ‘solidaria’ con sus congéneres?

Ahora está de moda que las mujeres se alíen, se ayuden, y se llamen unas a otras para trabajar. Yo lo llevo haciendo, igual inconscientemente, desde toda la vida. Mis primas, mi madre, mis amigas desde la guardería, son mi tribu desde siempre.

¿Cómo fue actuar en español y con actores latinos?

Amo a los actores americanos, y nunca he tenido un problema con ellos. Pero actuar con intérpretes latinos ha sido como estar en casa. En español todo me sale más fácil: el amor, la ternura, el cabreo, todo. Mi inglés no deja de ser un inglés a la fuerza. Para mí ha sido una bendición que me compensaba tener que ponerme todos los días los dientes y la nariz falsos de Griselda y aguantar la violencia de la historia.

¿Se llevaba la tensión a casa?

¿Cómo? Llegaba a casa loca perdida. No me extraña que los actores dramáticos se vuelvan locos y vayan todos al terapeuta. Ten en cuenta que yo venía de hacer comedia, Modern Family, que era como ir todos los días a una fiesta, a estar con mis amigos y pasármela súper bien. Menos mal que Griselda fueron solo seis meses. Acabé muy afectada.

¿A los 51, plena mediana edad, en qué etapa de la vida se siente?

Ay, qué horrible suena eso. No: me siento muy completa. En mi carrera he hecho mucho más de lo que soñaba. Jamás soñé con ser actriz. Fue un accidente. Llevo cuatro años presentando America’s Got Talent, un show en el que me divierto muchísimo, estoy presentando esta serie en todo el mundo, tengo mi marca de ropa y de belleza. Ni se me ocurre quejarme de nada.

¿Y personalmente?

Bueno, soy una mujer recién divorciada de mi segundo esposo [el actor Joe Manganiello], con el que estuve 10 años juntos. Mi matrimonio se rompió porque mi marido era más joven, quería tener hijos y yo no quería ser una mamá vieja. Siento que no es justo para el bebé. Respeto a quien lo hace, pero eso ya no es para mí. Ya tuve un hijo a los 19 años, que ahora tiene 32 años, y estoy lista para ser abuela, no madre. Así que, si se presenta el amor, tiene que venir ya con hijos. Yo ya estoy casi con la menopausia, es una ley natural de vida. Cuando mi hijo sea papá, que me traiga al bebé un rato y luego se lo devuelvo y sigo con mi vida, es lo que toca.

Su Instagram es una fiesta.

Soy muy disfrutona. Es lo que nos queda. Los colombianos hemos vivido tantas cosas terribles que siempre sabemos ver el lado alegre de la vida porque si no, no podríamos vivir. Yo, cuando me vaya, me lo voy a llevar todo puesto. El sufrimiento no hay que buscarlo, va a venir solo.

Igual ahora, al verla hacer de narcotraficante despiadada, la llaman para hacer de científica.

No te lo creas. No han cambiado tanto las cosas. Igual en 20 años, cuando me vea más vieja, sí que me creen como científica, pero ahora no me van a llamar. Y si me llaman, igual soy yo la que no quiero. Tendría que verlo.

DE GLORIA A GRISELDA

La historia de amor de Sofía Vergara (Barranquilla, Colombia, 51 años) con las cámaras comenzó como la de tantas chicas guapas. Un día, alguien la vio tomar el sol en una playa de su ciudad y le propuso ser modelo. De ahí saltó a Miami, donde, además de protagonizar campañas publicitarias y calendarios de chica de portada, fichó como presentadora de la cadena de televisión de habla hispana Univisión. Hasta que, en 2009, se incorporó al elenco de la serie ‘Modern Family’. El resto es historia. Su divertidísima, ácida e inteligente interpretación de Gloria Pritchett, la esposa latina, joven y explosiva de Jay Pritchett, el patriarca de una peculiar saga americana, le valió no solo el aplauso de la crítica y el público, sino la fama mundial y uno de los contratos más jugosos de la historia de la televisión en Estados Unidos. Mientras, Vergara no estaba quieta. Ahora, tres años después del final de la serie que la catapultó a la fama, presenta el resultado de sus actividades paralelas y presenta ‘Griselda’, una historia de Netflix que ha producido y protagonizado, basada en la historia real de Griselda Blanco, la «madrina de la coca», una narcotraficante colombiana que dominó el mercado de la cocaína en Miami en los años 80 y acabó asesinada en Barranquilla en 2012. Conoce el paño, afirma.

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