“Valencia era el sitio, el lugar donde había que estar”. Así recuerda el artista sevillano Pedro G. Romero la eclosión del Institut Valencià d’Art Modern (IVAM) en la España de finales de los ochenta. Fue la puerta por la que entró la modernidad del arte en la España que salía definitivamente de la Transición, donde se exhibían exposiciones de un nivel similar a las que se podían ver en París o Berlín, afirma el estudioso y comisario de exposición. También el dibujante valenciano de cómics Paco Roca lo vivió como un “acontecimiento“. “Estaba estudiando en la Escuela de Artes y Oficios y cuando entrabas en el museo te daba la sensación de que formabas parte de una nueva modernidad”, comenta a propósito del 35º aniversario del IVAM, que se convirtió muy pronto en un referente, en el primer museo en España de arte contemporáneo descentralizado, el primero creado desde el Estado de las autonomías. Abrió sus puertas el 18 de febrero de 1989.
“Fue un momento histórico, un revulsivo, un hito, con un altísimo nivel y todo por el empeño de un grupo de personas que ostentaba la representación política de la Generalitat y de artistas como Andreu Alfaro”, rememoró este miércoles Nuria Enguita, la actual directora artística, que ya trabajó un tiempo en los noventa en el museo, en la etapa de mayor esplendor del centro. Dos mil obras de la 12.000 que componen la colección se exhiben ahora en varias muestras que ocupan la mayor parte del museo con motivo del aniversario. La última exposición, Escena I. Hacer paisaje, comisariada por la directora y la subdirectora Sonia Martínez, se inaugura este jueves con piezas de una treintena de artistas que dialogan entre ellas y con el espacio. Además se han programado actuaciones, como la del Niño de Elche, que cantará este viernes inspirado por algunas obras de la gran exposición de la temporada del museo, Popular (comisariada por Romero).
En otra sala reinan las ya canónicas esculturas vanguardistas de Julio González, la compra sobre la que se edificó la colección del IVAM. Fue el artista Eduardo Arroyo, que vivía en los ochenta en París, el que advirtió de la posibilidad de adquirir el legado, evoca Ciprià Ciscar, padre político del IVAM. “Comenzamos las negociaciones que determinó el núcleo fundacional de la colección. El museo fue una conjunción de factores que empezó a desarrollarse en 1984. Había voluntad política y un grupo de artistas e intelectuales que trabajaba por introducir a Valencia en el circuito internacional del arte. Había que construir un edificio nuevo [obra de los arquitectos Emilio Giménez y Carles Salvadores] y dedicar el antiguo convento del Carme al arte más joven y experimental. Llamamos a Tomás Llorens, que estaba en el Reino Unido, y fue el que puso en marcha el proyecto, si bien el IVAM fue inaugurado como directora por Carmen Alborch porque Tomás ya se había marchado al Museo Nacional Reina Sofía [luego dirigiría el Museo Thyssen]”, cuenta el que fuera consejero socialista de Educación y Cultura.
Cantera de profesionales
El IVAM ha sido también cantera de profesionales y rampa de lanzamiento de políticos, como Alborch, que fue nombrada ministra de Cultura por Felipe González. Vicent Todolí, el que fuera su director artístico, acabaría llevando las riendas de la Tate Modern de Londres. El cuarto director del museo, Juan Manuel Bonet, se hizo cargo posteriormente del Reina Sofía, y uno de sus conservadores jefe, Emmanuel Guigon, es el responsable del Museo Picasso de Barcelona, entre otros profesionales que han pasado por un museo que desde el principio apostó por la internacionalización.
“Valencia era una ciudad inculta y sin ley en el arte”, recuerda Carmen Calvo. La artista subraya la aportación del IVAM y el alto nivel de sus exposiciones. Insiste en la importancia de que no pierda su perfil y de apoyarlo para ser un lugar de encuentro que atraiga a gente joven. La cocinera valenciana Begoña Rodrigo (cuyo restaurante La Salita cuenta con una estrella Michelin) trabajó en el IVAM, en el restaurante La Sucursal, que estuvo unos años en el museo. “Volvía de Londres, sería 2005. Veníamos de vacaciones y nos quedamos. Fue muy guay, teníamos acceso al museo y venía mucha gente de la cultura. Me llamaron mucho la atención las exposiciones, modernas y minimalistas, y también muy variadas, de fotografía, muy parecidas a las que yo veía en Londres”.
Los fondos de fotografía internacional, de las vanguardias de entreguerras, de los años sesenta y setenta son algunas de las fortalezas de la colección. El escritor y periodista valenciano Máximo Huerta destaca las muestras de carteles y de obras de pequeñas dimensiones que le descubrieron artistas desconocidos. “Desde que se inauguró siempre me ha parecido una joya que debe potenciarse. Ha perdido luz e importancia en el panorama español, tras el primer golpe de efecto. No se puede vivir de rentas solo”, sostiene.
Tras su eclosión, se abrieron otros museos y centros de arte contemporáneo en España y la competencia se multiplicó. También cambió el mercado del arte y se incrementaron las dificultades para adquirir obra. Ya nada fue igual que en los principios. Además, el IVAM vivió una larga etapa muy convulsa bajo la dirección de Consuelo Ciscar (2004-2014), de la que salió con José M. Cortés, el primero director designado por concurso público, al que sustituyó Enguita en 2020. José Francisco Ivars y Kosme de Barañano completan la nómina de los ocho directores que ha tenido el museo.
La elección de Enguita durante el anterior gobierno de izquierdas se interpretó como una forma de conectar el IVAM del futuro con su pasado más luminoso. De momento, Vicente Barrera, de Vox, actual consejero de Cultura y vicepresidente de la Generalitat por el acuerdo de Gobierno alcanzado con el PP, ha manifestado que no ve motivos para romper su contrato, que expira en septiembre de 2025. En las últimas cuentas autonómicas se ha reducido el presupuesto del museo de 16,3 millones de euros a 14,7 millones.
Enguita recordó este miércoles que el museo lleva siete meses sin gerente (se ha vuelto a convocar un concurso) y que sobre la mesa de la Generalitat está la necesaria ampliación del centro desde hace dos décadas (el estudio japonés Sanaa diseñó un proyecto en 2003 —dos años antes de ganar el Premio Pritzker— por cinco millones de euros que nunca se llegó a construir), entre otros asuntos pendientes. También incidió en que el IVAM fue la séptima institución cultural más valorada en España en 2023, según el Observatorio de la Cultura de la Fundación Contemporánea, y que ha crecido en número de visitantes.
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