“Los intérpretes le admiran mucho, pero rehuían cuanto les era posible la ardua labor de hacer que sus creaciones llegasen al público. Porque la música de Conrado del Campo no es de la que puede interpretarse sin ensayos. Hay que trabajarla: hay que entenderla”. Comprobamos la certeza de estas palabras de Julio Gómez, acerca de su amigo y colega, el pasado miércoles en la Fundación Juan March.
Es probable que el Cuarteto núm. 8 en mi mayor, de 1913, sea el más complejo dentro del amplio corpus de Conrado del Campo (1878-1953). Una obra de casi 50 minutos que no llegó a estrenarse en vida del compositor madrileño. Su première tuvo que esperar al centenario, en 2013, por parte del Cuarteto Bretón. Pero nunca se había escuchado hasta ahora con la exquisita calidad y el virtuosismo del Cuarteto Diotima, una interpretación que reveló su deslumbrante expresionismo.
Este cuarteto francés, nacido en 1996, es un conjunto superdotado para la música de los siglos XX y XXI. Lo dejaron bien claro en la última edición del Festival de Granada, pero también en el madrileño Círculo de Bellas Artes, en noviembre pasado, donde afrontaron la integral de Ligeti en conmemoración de su centenario. En abril de 2022 realizaron su primera incursión en el universo cuartetístico conradiano, con los cuartetos núm. 3 y núm. 5, que grabaron para el sello MarchVivo. Un disco que recibió el prestigioso premio ICMA en la modalidad de primera grabación.
Ahora acaban de tocar (y grabar) los cuartetos núm. 8 y núm. 9, tras tres intensos días de ensayos en la Fundación Juan March. Es la cuarta entrega de un proyecto fascinante que arrancó, en febrero de 2021, y que aspira a interpretar, grabar y publicar en partitura los catorce cuartetos numerados por Conrado del Campo, entre 1903 y 1952. Ya se habían podido escuchar los siete primeros, por parte de los cuartetos Bretón, Diotima y Gerhard, han salido las grabaciones de cuatro de ellos en MarchVivo, y están disponibles las ediciones de otros cuatro en colaboración con la Sociedad Española de Musicología y la Fundación SGAE.
Un proyecto que compensa la pérdida del núm. 2 (1906) y la versión incompleta del núm. 3 (1908) con tres breves composiciones cuartetísticas para los “Viernes de Milanés”. Se trata de las famosas veladas en la embajada británica, durante la Guerra Civil y los primeros años de la posguerra, organizadas por el diplomático y músico aficionado John Milanés. Distendidas reuniones musicales, que solían tener lugar los martes, y para las que Del Campo puso música a artículos periodísticos, esquelas funerarias, prospectos de medicamentos, facturas de modistas y textos metafísicos.
Pero la conjunción de los cuartetos núm. 8 y núm. 9 en una misma velada permite comprender la división del corpus cuartetístico conradiano en dos etapas. De hecho, los ocho primeros cuartetos están fechados entre 1903 y 1913, mientras que los seis últimos abarcan la década final de su vida, a partir de 1942. Esa distancia de 29 años entre los dos cuartetos escuchados ayer, en la March, parece estar relacionada con el cese de actividad del Cuarteto Francés, en 1912, donde Del Campo tocaba la viola. Pero el musicólogo David Ferreiro Carballo insiste, dentro de sus excelentes notas al programa, en el temperamento lírico del compositor madrileño, que le llevó a dejar la música de cámara para componer intensamente óperas, zarzuelas y otros géneros teatrales, pues además era viola solista en la orquesta del Teatro Real. Y añade que la intencionalidad dramática de sus partituras escénicas también se encuentra en los cuartetos.
El núm. 8 se titula “A la muerte de su madre” y el compositor acompaña cada movimiento con un breve texto a modo de programa. En el comentario del movimiento inicial, Del campo subraya tres palabras (presente, ayer y mañana), y Ferreiro Carballo las relaciona con motivos musicales específicos que se entretejen con libertad en el marco de una forma sonata. Pero ese punto de partida formal del último Beethoven le hace avanzar, influido por Wagner y Richard Strauss, hacia complejos procedimientos, como la variación en desarrollo, que le permiten conectar la melodía con la armonía en un estilo que diluye por momentos la tonalidad. Una estética camerística posromántica que se acerca al expresionismo alemán y ambiciona la textura, a pequeña escala, de un poema sinfónico.
La capacidad dialógica, el manejo de las tensiones y la perfección de los contrastes dinámicos del Cuarteto Diotima fue admirable. Pero también el perfume popular que aportaron al scherzo. Aquí Del Campo apela al “alma del pueblo vibrando en mil canciones” y desliza en el trío una bellísima cita de la canción popular vasca Donostiyako iru damatxo (Tres damiselas donostiarras) que fue un momento mágico en manos de la viola de Franck Chevalier. Del Campo homenajea con su propio instrumento a su madre, que era de origen vasco-navarro, recordando quizá una de sus melodías favoritas.
Pero los Diotima convirtieron, a continuación, el movimiento lento en una intensa experiencia impulsada por los gritos y susurros del violín de Yun-Peng Zhao. Aquí el compositor recuerda cómo “entre mis brazos cerró sus ojos a la humana vida la madre adorada” con la página más intensa y expresionista de toda la obra. Y la composición se cierra con un denso y contrapuntístico movimiento de regusto cíclico donde los integrantes del Diotima subrayaron con descollante virtuosismo su principal mensaje: “¡Que sirvan los recuerdos de acicate para avivar aún más los entusiasmos, las energías, el ansia de vivir!”.
El Cuarteto núm. 9 revela, 29 años después, a un compositor mucho más equilibrado y maduro. Lo comprobamos por el uso de un lenguaje musical menos intrincado y envuelto en formas más clásicas. El título de Apasionado se lo dio Antonio Iglesias, que era discípulo de Del Campo, tras su estreno en 1945. Pero la obra plantea una curiosa oposición que el Cuarteto Diotima supo exprimir idealmente. Se abre con un tono más ardiente que otorga protagonismo al violonchelo, lo que permitió a Alexis Descharmes exhibir la belleza y ductilidad de su registro agudo. Y el scherzo es, por el contrario, un contraste de una vivacidad nada costumbrista con un evocador trío en modo menor.
Lo mejor llegó, a continuación, con el movimiento lento titulado elegía. Del Campo regresa, por un momento, al estilo más abigarrado de su juventud que los integrantes del Diotima llenaron de fluidez, lirismo y distensión. Y la obra termina con otro movimiento que sirve de guiño cíclico, pues los motivos apasionados del primer movimiento regresan ahora con un desbordante optimismo. Una vez más, los Diotima deslumbraron aportando carne sonora las notas escritas por el compositor madrileño.
Hasta que MarchVivo publique el nuevo lanzamiento discográfico, se puede disfrutar de la retransmisión de este revelador concierto a través de la plataforma RTVE Play. Música de un compositor español que no se adscribió a la dominante estética nacionalista y afrancesada, y buscó sus referentes en la cultura musical centroeuropea. Pero cuya calidad se revela, especialmente, con intérpretes de la excelencia y entrega del Cuarteto Diotima.
Proyecto Conrado: Integral de sus cuartetos (IV)
Conrado del Campo: Cuarteto núm. 8 en mi mayor “A la muerte de su madre” & Cuarteto núm. 9 en re mayor “Apasionado”. Cuarteto Diotima. Aula de (Re)estrenos. Fundación Juan March, 14 de febrero.
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