Lamine Thior: “El humor es mi mejor arma antirracista” | Televisión

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Cuando llego al café donde hemos quedado, cerca de la Gran Vía madrileña —en cuyas aceras suelen instalarse grupos de varones africanos vendiendo bolsos falsos hasta que los espanta la policía— Thior se está zampando una tarta de chocolate con helado que no se la salta un… Basta de tópicos. O no. Pese a haberle visto, y oído, anteriormente en el podcast No hay negros en el Tíbet, una no deja de sorprenderse cuando este imponente hombretón negro se levanta y saluda con un acento andaluz que ríete tú del de María Jesús Montero. De prejuicios y otras taras, propias ay ajenas, hablamos en esta entrevista.

En sus redes sociales se define diciendo: “soy negro natural”. ¿Seguro?

Sin colorantes ni conservantes. 100% senegalés. El único de mi familia, además.

Me está vacilando.

No, mi madre nació en Senegal y es negra, con nacionalidad española. Mis tres hermanos nacieron en España. Yo llegué a Huelva con dos años y podría ser español, pero, al no poder tener la doble nacionalidad, preferí mi pasaporte senegalés por el arraigo, para tener algo de allí.

Pues he leído que, de niño en Andalucía, no quería saber nada de su país ni de sus paisanos.

Sí. En Algeciras, yo era uno de los dos o tres únicos negros del instituto y tenía los mismos prejuicios que los blancos. No quería que me confundieran con los que estaban por las calles. Le pedía mi madre que me dejara alisarme el pelo o teñirme de rubio. El racismo te afecta independientemente de tu color de piel y yo también he sido racista. En España, el negro guay es el americano, tipo Will Smith, no el africano. Fue luego, al pasar un año en Senegal, jugando al baloncesto, y después, al instalarme en Madrid y conocer a otras personas negras, leer y reflexionar, cuando me caí del caballo. Dejar de ser racista lleva un curro.

Mi madre, mayor y enferma, no quiso que la cuidara una persona negra. ¿Eso es ser racista?

Eso es un comportamiento racista que tiene que ver con una estructura mental, unos prejuicios y una narrativa de décadas. No todo el racismo implica odio. Me pasa cada día, por la calle. Notas que generas tensión. Ven al negro antes que a la persona. No siempre para mal. Recuerdo,hace años, estar con mis hermanos en la playa y que una señora cogiera en brazos a la pequeña, que era bebé. Cuando le llamé la atención, me dijo que es que era monísima y no había podido evitarlo. ¿Perdona? ¿Tú coges a un bebé desconocido por la cara? Los negros somos eso, negros, como si fuéramos de atrezzo, y activamos otra serie de lógicas y de comportamientos en los demás. Por no hablar de los tópicos sexuales.

Imagino que se refiere al dicho de “no hay mujer completa…”

”..hasta que un negro te la meta”. Exacto. Que puede ser halagador, en un momento dado, no lo niego. Pero es que, de ese refrán, y lo de que los negros la tienen grande, a que los negros roban hay un paso. La lógica es la misma. Y te lo digo yo, que me han llegado a parar la policía varias veces en un día, y a quien le han dicho en Tinder, en la primera frase, que les gustan las berenjenas negras, y yo he contestado que se vayan al Mercadona. [muestra la conversación en el móvil].

Para algo es usted humorista.

Es que el humor es mi mejor arma antirracista. Me espanta la superioridad moral, porque cada persona tiene sus procesos y vivencias, y no te puedes poner en su piel. Entonces, trato de hacer un humor que neutralice esos prejuicios. Tengo un chiste en el que digo que estoy supernervioso porque tengo una prueba para hacer de Rey Mago en un anuncio y no sé para cuál. Ese chiste funciona porque nos desnuda a todos. Resulta que un blanco puede pintarse de negro y ser Baltasar, pero yo, negro, no puedo pintarme de blanco y ser Gaspar. Te tienes que descojonar.

¿Qué chistes le ofenden?

Creo que se puede hacer humor absolutamente de todo. Pero, si lo vas a hacer de algo que no te atraviesa, infórmate primero. Hacer humor de caca, culo, pedo, pis, o de gafotas y orejones es fácil, lo hacen los niños en el jard´´in de infancia. Lo difícil es hacer humor de temas sensibles sin ofender a nadie y hacer gracia, incluso riéndote de ti mismo. El que más me gusta de mi show, Españul, es uno en el que recreo una cita con una chica blanca. Cuando llegamos a su casa, ella, sugerente, me dice: ¿es verdad lo que dicen de los negros? Yo le digo que sí. Entonces, me quito la camisa voluptuosamente. Me quito el cinturón y la ato a la cama. Y me llevo la tele y me piro. La gente se ríe porque se ve retratada.

Lamine Thior ante un graffiti en la plaza de Tirso de Molina de Madrid.Bernardo Pérez

En ‘La ley del mar’ hace de migrante de patera. ¿Le costó meterse en el papel?

Cuando recibí el guion, mi primer impulso fue decir que no. Fue mi representante la que me dijo que leyera bien y menos mal, porque mi personaje, Barack, tiene toda una historia y un arco argumental: un padre que emigra por sus hijos. Normalmente, a los negros se nos llama para hacer de Inmigrante 1. Y yo no tengo ningún problema, el problema es que, como normalmente esos papeles tienen la profundidad de un charco, no puedes demostrar lo que vales y te llaman todo el rato para hacer de Inmigrante 1. Es muy difícil poder tener una carrera. No te dejan desarrollarte.

¿Qué siente al ver malvivir a los ‘manteros’ de Gran Vía? Muchos son paisanos suyos.

Tengo amigos que han pasado por eso. A veces, son personas cualificadas que igual llevan cinco años desde que salieron de su casa, cada uno con sus motivaciones y que, al llegar, tratan de pasar dos años malviviendo en España hasta poder trabajar legalmente. Son personas que tratan de ganarse la vida de la mejor manera que pueden, cuando lo fácil sería ponerse a robar móviles.

¿Qué piensa de quienes vinculan inmigración y delincuencia?

Que es el mismo patrón. Ese tipo de lógica de primero de propaganda de echar las culpas a otros. Los migrantes, negros o no, no somos ni ángeles ni demonios, somos como los demás.

Creo que vive en un piso compartido con otro africano y un búlgaro. Su casa es como la ONU.

Y mi casero es chino, quizá por eso no nos puso problemas cuando llamamos para alquilarle el piso, hace tres años. Estoy orgulloso del grupo que hemos creado. Ya he dicho que nadie es perfecto. Uno de mis compañeros de piso, Michael, es de Ghana, y era uno de esos dos o tres negros que iba conmigo al instituto en Algeciras. Pues bien. Es gay. Y yo, de pequeño, era de los que le rompían las muñecas con las que jugaba. Aquí tenemos que revisarnos todos.

‘ESPAÑUL’

Es el título del monólogo en el que Lamine Thior (Senegal, 33 años), desmonta a base de carcajadas los tópicos sobre negros y blancos en España. Thior llegó a Andalucía a los dos años con su padre, pescador, y su madre, y se instalaron en Huelva. Tras la muerte de su padre, vivió y creció con su madre en Algeciras, donde estudió el bachillerato antes de cursar la carrera de Turismo. Tras pasar un año en su país, Senegal, como parte del equipo juvenil de la Selección de baloncesto, regresó a España y se instaló en Madrid, donde compagina su inquietud por el activismo antirracista y su pasión por la comunicación y el humor. Como actor, acaba de estrenar ‘La ley del mar’, junto a Luis Tosar y Blanca Portillo, un drama inspirado en un caso real de rescate de un barco con migrantes en el Mediterráneo. 

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