‘OT’ Gala 9: Favoritos y favoritismo en ‘Operación Triunfo’ | Televisión

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De todos los logros que no se le valorarán a la nueva andadura de Operación Triunfo en Amazon Prime ninguno es tan meritorio como haber conseguido que Omar Montes pasase por su escenario sin decir ninguna sandez. Su consejo estúpido de Nochebuena ya es una tradición más como el vestido de Pedroche en Nochevieja. Si un año pidió a sus seguidores que comprasen oro, al siguiente les animó a que especulasen con agua potable “porque es un bien escaso y solo hay un tercio que se puede beber, puesto que el otro es del mar y no se puede beber” (sic). El último omarconsejo ha sido todavía más desconcertante: exhortó a sus fans a leer sobre el estoicismo porque a él le ayudó a madrugar. Las IA podrán suplantar a la inteligencia humana, pero es difícil que puedan emular tamaño nivel de estulticia, algún día diferenciaremos a humanos de robots gracias al test Montes, el Voight-Kampff para tróspidos. Durante su dúo con Abraham Mateo resultó hilarante, o más bien tristísimo, que el programa se molestase en rotular un solemne “voz en directo” en una esquinita de la pantalla cuando lo que escuchamos era un festival del autotune, el filtro Valencia de la voz humana, un efecto validísimo que, sin embargo, resulta grotesco en un programa en el que se forman voces y se penaliza la falta de afinación.

La novela gala de OT es la primera que se emite tras la salida de los concursantes a sus firmas de discos, un evento inherente a todas las ediciones que plantea una pregunta inevitable: ¿dónde escuchan los fans esos CD que adquieren tras guardar colas kilométricas? ¿Alguien ha visto un compact disc —suena ya tan antiguo como hablar de maravedíes— en los últimos años que se utilice para algo más que espantar palomas? De aquellos tiempos en los que el CD era el soporte líder es Ángel Llacer, el más carismático de los antiguos profesores de OT visitó la academia y como un fantasma de las navidades pasadas dejó mensajes inquietantes, el más importante un lacónico “lo que vale aquí no vale afuera”. O sea, que las carpetas, los shippeos y la pena garantizan minutos televisivos y tuits a mansalva, pero no venden discos ni entradas de conciertos.

Por una vez Manu Guix tuvo una noche relajada, los nominados apostaron por el ritmo y no por las baladas de vibrato y ojos cerrados. Para quedarse en la academia Álvaro invocó el I Want Love de Jessie J. y desde una tarima que le habría dado los twelve points de Azerbaiyán demostró que es el divo que necesitamos, pero tal vez no merecemos. Paul por su parte fue sencillamente Paul, el artista con más personalidad que ha pasado por la edición de este año. Con una puesta en escena sobria y arropado tan solo por su talento hizo suya la Music sesión núm. 57 de Bizarrap con Milo J. y tal vez no gane el concurso, pero se llevó los halagos vía telemática del productor argentino y es difícil saber qué le hace más ilusión.

Tras los nominados llegó Martin, interpretando el Footloose de Kenny Loggins y bailando como Kevin Bacon, o tal vez como Kenny Wormald porque sabemos gracias a Chenoa que ha visto la película, pero no si fue el clásico ochentero o su olvidable remake de 2011. Martin cantó y bailó correcta y adorablemente como lo hace todo, sin sorpresas y con la certeza de que de ser nominado lo salvarían los profesores o los alumnos o el público o Jeff Bezos a lomos de un corcel blanco. En OT hay favoritos y también favoritismo, cómo explicar si no que una vez más a Juanjo le haya tocado una ranchera, La Cigarra, una de esas canciones que él mismo habría elegido a mayor gloria de su vozarrón jotero. El maño compartió escenario con la maña Naiara, una concursante que como Paul te hace lamentar que alguien con tanto talento tenga que entrar en un concurso para triunfar. Abraham Mateo que además de guest star ejercía de jurado, aprovechó que el Ebro pasa por Zaragoza para solicitarle una colaboración, no será la última que le pidan.

Versiones de versiones

Ruslana lo tenía todo a favor para comerse el escenario con el energético Beggin de Måneskin, pero pareció sufrir lo que en tenis se conoce como petit bras, un encogimiento del brazo que atenaza a los tenistas cuando empiezan a ver factible la victoria. O tal vez es que Ruslana ya no puede crecer más cantando versiones de versiones de otros. Tampoco pudo hacer nada Lucas atrapado en una escenografía a medio camino entre el Primor y la sala de espera de una clínica dental donde tuvo que exprimir el Nada cambiará mi amor por ti de Glenn Medeiros. Una balada tan plúmbea que sólo pide desconectar de ella para cualquier otro menester, por ejemplo, comprobar qué habría sido en este tiempo del one hit wonder hawaiano y descubrir que ahora es profesor, tiene poco más de tres mil seguidores en Instagram y ya no queda nada en él del ídolo que forró carpetas en los ochenta. A pesar de ello, o gracias a ello, parece un hombre bastante feliz, bien por Glenn.

A continuación se cumplió el rito de paso de todo talent musical y sonó River Deep, Mountain High de Ike y Tina Turner que Bea defendió con entusiasmo y, por primera vez, un vestuario adecuado: fue refrescante verla vestida y no disfrazada por esos trajes gigantes que solo le quedan bien a Kingpin y nadie se molestaba en planchar.

A Chiara, perdida en una escenografías a medio camino entre la zona vip de El juego del calamar y un club de intercambio de parejas, le tocó cerrar las actuaciones con la preciosísima Kill Bill, de SZA, que sonó plana y sin matices porque Chiara es la alumna más privilegiada de Torres de Mallory, pero no alguien de quien te puedas creer que tiene a su ex enterrado en el sótano. La perfección y la emoción raramente combinan bien.

Tocaba conocer el resultado de las votaciones y no fue exactamente una sorpresa. La audiencia es guapa, lista y álvaromayista y nadie en la academia ha tenido una evolución tan obvia como Álvaro Mayo, pero se enfrentaba a Paul, un concursante que no necesitaba evolucionar demasiado porque ya llegó artista y el 61% de los votos le garantizaron una semana más en el concurso.

Momento Buika

Y entonces llegó el momento Buika. Porque podemos fingir que nos importa el resto del jurado, pero sabemos que si cada semana colocasen a su lado a tres figurantes ni siquiera nos daríamos cuenta. Ella es el gran descubrimiento de la edición y no baja la guardia en ninguna gala. Ha demostrado que se puede ser un personaje televisivo sin ser una personaja, ser firme sin ser maleducada y que te la pele todo sin perder de vista la profesionalidad. Pero ni el más acérrimo de los buikistas podrá justificar su doble rasero de ayer. Mientras la mayoría de los espectadores vimos en la de Paul una actuación apabullante que no habría desentonado en un concierto por el que has pagado, la jurado consideró que le había podido el ansia por cantar y bailar a la vez y había “boicoteado su voz”. Cuando escuchas eso después de que Juanjo lleve nueve galas en modo crooner y sus cuatro movimientos de gimnasia de mantenimiento de la semana pasada recibiesen más halagos que Shakira en la Superbowl empiezas a preguntarte si no habrá cierto favoritismo en el programa. Fueron los profesores los que ejercieron de poli bueno y salvaron a Paul y los alumnos hicieron lo propio con Ruslana, que estaba nominada de nuevo principalmente por razones tan determinantes como no ser Juanjo o Martín. La semana que viene el público tendrá que elegir entre Chiara, que desde la gala cero siempre ha ido a menos, y Lucas, aka lucaslucaslucas que ha ido a más. Los seguidores de ambos empezaban al cierre de la gala a enseñar sus armas en las redes. Mientras los del uruguayo pedían ayuda transoceánica, las de Kiki solicitaban el apoyo del lesbian power, que esta semana tendrá que redoblar esfuerzos para llevar a Marlena a la final del Benidorm Fest, qué duro es ser fandom.

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