la humanidad tiene un plan de defensa planetaria

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Acaban de ver la luz en la revista Nature los resultados de uno de los experimentos más importantes realizados hasta la fecha en el espacio: La misión DART de la NASA desvió con éxito un asteroide de 160 metros de diámetro llamado Dimorfossatélite de un asteroide de 760 metros catalogado como Dídimo. Este impacto de la sonda DART con Dimorphos se produjo el 27 de septiembre de 2022 a las 0h14m CET y marcó un momento clave.

Las sugerencias son de tal magnitud que abren una nueva era de defensa planetaria activa. Tenemos un plan de defensa gracias a múltiples misiones de estudio de estos cuerpos, que en las últimas décadas han incrementado nuestra comprensión de los asteroides cercanos a la Tierra, cúmulos en varios grupos de acuerdo en sus órbitas. Y, casi sin quererlo, este campo ejemplifica que la inversión realizada colgante las últimas décadas en el espacio proporciona hitos científicos que marcan nuestro futuro.

La posibilidad de un impacto de asteroide con Tierra no es nula

La posibilidad de un impacto con un asteroide de pocos metros es baja, pero no nula, aunque parece relegada a novelas y películas de ciencia ficción. Ese peligro latente, como otros tantos ligados a nuestro propio uso desbocado de los recursos del planeta Tierraamenaza nuestra existencia.

La comunidad científica liderada por la NASA y la Universidad Johns Hopkins ha decidido poner charts en el asunto y emplear el creciente conocimiento sobre asteroides para probar la eficiencia del método de impacto cinematográfico contra un asteroide. Esta es una busca técnica para transferir el momento cinético de una sonda kamikaze al asteroide, sin utilizar una carga explosiva.

Podriamos pensar a priori que es un mero experimento de física aplicada, similar al que realizamos en una mesa de billar. Pero nada más lejos de la realidad.

DART alcanzó Dimorphos a una velocidad de 6,14 km/s. Cuando golpeamos un asteroide con hipervelocidad, una parte de la colisión se transmite de manera elástica pero, a medida que se excava un cráter, se crea un impulso adicional provocado por la emisión de materiales en dirección opuesta al proyectil. Es un componente de «rétroceso» que participa en el suministro al asteroide impulsivo y contribuye muy eficientemente a desviarlo de su trayectoria. e, incluso, desde el espacio.

El hito conseguido por el impactador kinetic DART

Las buenas noticias de los resultados que ven ahora la luz es la gran eficiencia demostrada desviando el asteroide Dimorphos. en el artículo publicado por Andrew F. Chengdel Laboratorio de Física Aplicada de la Universidad Johns Hopkins, cuantificó el denominado factor Beta asociado a su componente inelástico que provocaba el retroceso y que juega a favor de incrementar los efectos de un impactador cinético.

Finalmente, el experimento superó con creces las expectativas gracias a que ese factor multiplicador de la transferencia de momento cinético asociado con la componente inelástica de la deflexión alcanzó un valor de 3,6. Esto significa que la contribución en el momento de este retroceso para la eyección de partículas superó con creces el impulso incidental de DART. Este parámetro es de vital importancia y justo el más importante para cuantificar en un asteroide de estas características, una pila de escombros para revelar las imágenes.

Como consecuencia del desvío, no olvidemos que el objetivo era acortar el período orbital de Dimorphos alrededor de Didymos en poco más de un minuto, pero se redujo en 33 minutos, tal y como detalla el artículo publicado por Cristina A. Thomas de la Universidad del Norte de Arizona. En él se describen las observaciones realizadas para cuantificar ese período orbital en base a las fotoobservaciones realizadas del sistema binario utilizandodo los mayores telescopios disponibles.

fr otro trabajo, liderado por Jian-Yang Li del Instituto de Ciencias Planetarias de Tucson, Arizona, estudió la evolución de los filamentos poblados por las partículas lanzadas a través de la excavación del impacto y que evolucionaron a lo largo de las masas sometidas a la presión de radiación de la luz solar. Los resultados son de gran relevancia para entender que hay materiales que salen después del impacto y el tiempo que se mantiene en el pasado.

Tales resultados animan que la defensa planetaria pueda ser relevada de manera eficiente para pasar al frente de acción a tal asteroide que en un futuro se detecte en ruta de colisión directa contra nuestro planeta. Precisamente en el artículo publicado por Terik Dalyalso del Laboratorio de Física Aplicada de la Johns Hopkins University, describe la magnitud del hito científico que es conseguir impactar en Dimorphos con una sonda robotizada y autónoma como DART, así como se describe en todo detalle sobre los descubrimientos realizados la naturaleza de Dimorphos y el lugar de impacto.

Aun así, la clave en nuestra capacidad de desviar asteroides será seguir invirtiendo en la detección temprana de todos aquellos cuerpos que supongan un peligro real. Aunque no sea tarea fácil, gracias a la revolución de la tecnología de las cámaras digitales CCD, podemos descubrir un montón de cosas, no menos importantes, seguir y precisar los movimientos de los ya conocidos.

31.361 asteroides y 119 cometas cónicos en el espacio cercano a la Tierra

En la actualidad de los programas de seguimiento, inicialmente incentivados de la NASA, demostrar que hay 31.361 asteroides y 119 cometas en el espacio cercano a la Tierra y que, en algún momento, podría identificarse a alguien en una ruta probable de colisión futura contre la Tierra. De hecho, esto ya ha ocurrido en seis ocasiones, pero con la salvación de que triunfa con asteroides de pequeños metros de diámetro que impactan contra nuestro planeta más a menudo caída y generas de meteoritos.

Actualmente, hemos descubierto más de 10.400 asteroides potencialmente peligrosos más grandes que Dimorfos, y hemos encontrado que son importantes para los asteroides pequeños que aparecen sin ser descubiertos.

Las principales amenazas a las que nos enfrentamos son los asteroides más pequeños, de unos 150 metros, de los que todavía desconocemos alrededor de un 60%, y también ciertas cometas extintas como 2015 TB145un objeto rocoso de 650 metros de diámetro conocido como el «asteroide de Halloween».

Aquel objeto con forma de calavera nos puso en alerta al ser descubierto sólo tres semanas antes de su paso el 31 de octubre de 2015 a poco más de la distancia de la Luna, debido a ser muy poco reflectivo ya seguir una órbita muy excéntrica, extendida prácticamente hasta la órbita de Júpiter. Object tales, al poder golpear nuestro planeta con una energía muy superior a la de un asteroide convencional, ejemplifican la diversidad y complejidad del problema al que nos enfrentamos.

No cabe ser catastrofistas dado que todo el esfuerzo de descubrimiento y catalogación de esos cuerpos permite cuantificar cuantificar plus la frecuencia de impacto y apuntan a que un evento como el de Tunguska ocurriría cada varios siglos. Como sugiere que, lamentablemente, los impactos por asteroides de tamaño kilométrico acontecen cada varias decenas de millones de años. En cualquier caso, el catálogo del Programa Sentry del Centro para el Estudio de Objetos Menores (CNEOS) del Jet Propulsion Laboratory (JPL) asegura que, entre los asteroides cercanos a la Tierra catalogados, ninguno es fuente de riesgo a escala de varios siglos. Así, son totalmente infundadas aquellas noticias catastrofistas a las que tristemente nos estamos acostumbrando a cada encuentro relativamente próximo de un asteroide con la Tierra.

El papel enriquecedor de un pasado marcado por impactos

En el pasado remoto, la Tierra nació tras innumerables impactos con asteroides e incluso, en una fase final, fueron con auténticos embriones planetarios, de las dimensiones del propio planeta Marte. Si hablamos de una mayor escala temporal de millas de millones de años, la evidencia científica demostrará que los impactos de asteroides y cometas han tenido un papel clave en la historia de la Tierra, particularmente en el transporte de agua y la propia evolución de la vida.

En la actualidad el flujo de material interplanetario no es despreciable: cada año llega a la Tierra cerca de 100 000 toneladas y, aunque la mayor parte no alcanza la superficie terrestre, si se evapora y pasa a formar parte de nuestra atmósfera.

Quizás debido al reto que supone interpretar bien los cataclismos causados ​​desde el espacio exterior, buena parte de la población sigue menospreciando este peligro que se cierne sobre la humanidad. A pesar de ello, la conciencia sobria del impacto de Tunguska el 30 de junio de 1908 y su asociación con un asteroide que, con un peso de menos de 50 metros de diámetro, arrasó 2.200 km² de taiga siberiana, nuestra debería hacer recapacitar.

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En este contexto y con la salud para aprender aprendiendo, DART nos marca el camino: la exploración espacial y el abordaje decido de los problemas a los que enfrenta la humanidad, empleando nuestras capacidades científico-tecnológicas, serán la clave para nuestra supervivencia.

Este artículo fue publicado originalmente en La conversación. leah el original.

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